Manada Granate
La locura se había apoderado de Yago Darkness. Su lobo, fuera de control, había cruzado el límite entre la furia y la barbarie.
Con una crueldad que helaba la sangre, arrancó la vida de varios guerreros de la manada, desmembrándolos sin piedad, como si cada cuerpo fuera solo un obstáculo insignificante en su camino hacia la venganza.
Y lo peor no era la sangre, ni los gritos…
Lo peor era que obligó a Rael a presenciarlo todo.
Rael, paralizado, con los ojos desorbitados, apenas podía sostenerse de pie.
El temblor en sus piernas no era por el frío de la noche, sino por el miedo puro que le invadía hasta los huesos. No entendía qué estaba pasando, ni dónde estaba la Luna Madre, ni por qué su mate no estaba allí para calmar su alma rota.
Solo sabía una cosa.
Su corazón latía como un tambor desbocado, rugía desde lo más profundo de su pecho, y ese rugido tenía nombre: Elara.
Pensaba en ella como si aferrarse a su imagen pudiera salvarlo de enloquecer también.
Su aroma.
Su vo