Elara apenas podía susurrar su nombre.
—Severon…
Su voz era apenas un soplo de aire entre los labios, pero bastó para encender la furia contenida del lobo.
Severon escuchó el llamado de su loba.
Y entonces se desató el infierno.
Los rugidos se mezclaban con gritos de agonía. Las garras de Severon desgarraban la carne sin compasión.
Sus colmillos se hundían en las gargantas enemigas como si fueran papel. No hubo misericordia.
No hubo clemencia.
Nadie podía tocar a su compañera y salir victorioso.
Nadie.
Severon se los dejó claro, no con palabras, sino con sangre.
La sangre Darkness corrió como un río maldito sobre el campo de batalla, tiñendo la tierra de muerte y redención.
Cuando por fin todo terminó, Jarek emergió de la masacre, aun temblando por la furia que apenas lograba contener.
Tomó su forma humana mientras su pecho subía y bajaba, jadeante, todavía atrapado entre la rabia y el dolor.
Thorner se acercó en silencio y le tendió una bata oscura.
Jarek se la puso sin decir una p