Salvatore Mancini
—Salvatore—susurra
Dos años.
Dios malditos años en los cuales la estuve buscando entre sombras, interrogando a gente equivocada, pagando por cada información que podía existir de ella y que siempre me llevaba al mismo lugar de siempre, un maldito callejón sin salida.
Y sin embargo, ahí estaba ella. En una pequeña casa en las costas de Charleston, viviendo bajo otra identidad, con paredes de colores cálidos y un silencio demasiado puro para alguien que pertenece a la Cosa Nostra.
Isabella. Mi esposa. Mi mentira. Mi condena. Mi perdición.
En el instante que la vi, fue como recibir una bala en mi pecho. Una parte de mí quería correr hacia ella, abrazarla y susurrarle mil cosas, fingir que nada había pasado entre nosotros, pero la otra parte de mi… La desconfianza y aquel lado que se forjó entre sangre y muertes, solo pudo recordar su traición.
Ella se había ido sin mirar atrás.
Ella me había robado millones de dólares.
Ella se había llevado no solo el dinero, si