Isabella Romano.
Mi cabeza palpita lo que me hace gemir y me remuevo en la cómoda cama. Palmeo a mi lado buscando el cuerpo de mi hijo, pero me encuentro sola. Abro mis ojos lentamente para descubrir que no estaba en mi habitación.
¿Dónde estaba? Y lo más importante, ¿dónde estaba mi hijo?
Me paro de golpe de la cama y me arrepiento de inmediato, ya que la cabeza me daba mil vueltas.
—Joder.
Empiezo a hacer memoria de lo que había sucedido antes de que terminara dormida.
Le había dado un baño a Luca para sacarle los restos de arena de la playa.
Preparé su cena y se la di.
Estuve a su lado esperando que se durmiera.
Tome una taza de té.
Y luego, Salvatore.
Salvatore había aparecido en mi casa.
Discutimos, gritamos y luego todo fue negro.
Me había sedado.
Maldito bastardo.
Me dirijo a la puerta y la abro de golpe, para encontrarme que estábamos en un avión. Un maldito avión.
Busco con la mirada a Salvatore y lo encuentro arrodillado en el suelo del maldito jep privado en e