El sol de la mañana se filtraba por las ventanas de la clínica, iluminando los restos de la batalla nocturna. La decisión estaba tomada: no sería un asalto frontal. Sería una emboscada elaborada, una partida de ajedrez donde el premio era la captura de un rey loco. Y Clara, una vez más, sería el peón principal, aunque esta vez, un peón consciente y dispuesto.
Félix convocó a su círculo más estrecho en la sala de control: Clara, Gael, Rojas y, a través de una pantalla, a Marcos, cuya recuperación ahora era una prioridad estratégica. Kael, desde su suite vigilada, aportaría información crucial, pero no tendría voz en la planificación. La confianza solo llegaba hasta cierto punto.
—Alessio quiere a Clara por su mente —comenzó Félix, señalando un mapa holográfico del búnker en las montañas que Kael había proporcionado—. Cree que es la clave para descifrar y perfeccionar el legado de Corvalán. Así que le daremos lo que quiere. Una oportunidad de capturarla en un lugar que él considera segu