Danae
Volver a Montenegro Enterprises era como respirar después de haber estado demasiado tiempo bajo el agua. El aire de la ciudad se mezclaba con el bullicio de las calles, con el sonido de los autos y las voces apresuradas de la gente que caminaba hacia destinos que nada tenían que ver con el mío. Después de semanas encerrada en la mansión de Kael, cada detalle me parecía un regalo: la luz del sol filtrándose entre los edificios, el aroma del café que salía de las cafeterías cercanas, incluso la rutina de los empleados entrando al mismo tiempo que yo.
Kael había cedido. O eso me dije a mí misma para no pensar en la verdadera razón: no era libertad lo que me había dado, sino otra forma de vigilancia. Tenerme cerca era más seguro que dejarme fuera de su alcance. Y aun así, acepté. Porque estar encerrada me estaba consumiendo y porque aquí, en su mundo, tal vez encontraría más pistas sobre Anya.
Respiré hondo frente a la entrada principal. El imponente edificio de cristal reflejaba el