Capítulo 14

Danae

Abrí los ojos lentamente, sintiendo un calor extraño a mi lado. No era el sol; las gruesas cortinas impedían que entrara siquiera un rayo de luz. Tampoco era la cama, aunque era tan suave que podía hundirme en ella para siempre.

Era él.

Kael estaba sentado en la butaca junto a la ventana, con la pistola aún en la mano y los ojos fijos en el jardín trasero. No se había cambiado de ropa, y por la posición en la que estaba, dudaba que hubiera dormido un segundo.

Me quedé observándolo en silencio, como si al hacerlo pudiera descifrar algo más de ese hombre que parecía hecho de acero… pero que anoche, por un instante, había dejado que me aferrara a él como si fuera lo único que me mantenía a salvo.

—¿Llevas ahí toda la noche? —pregunté con voz ronca.

Su mirada se giró hacia mí, y por primera vez en mucho tiempo vi un destello de cansancio en esos ojos oscuros.

—Te dije que me quedaría —respondió, como si fuera lo más natural del mundo.

—No pensaba que lo decías en serio.

Una de las c
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