La Omega se mantuvo callada, quieta, sin saber qué decir. Planteó las posibles situaciones a los que se sometería; necesitó tanto tiempo para percatarse de la horrible persona que era Jackson tras esa máscara de Alfa ejemplar y amoroso. Quería irse, escapar y no ser más el juguete de Bell, asegurarse que después de largarse, no volvería a verlo una vez más.
No obstante, si aceptaba los maltratos que había sufrido temía que la harían pagar por hablar. Recibiría la golpiza de su vida sólo por delatar lo que ocurría cada vez que hacía algo que no era de su agrado, justo cuando nadie los miraba. Con lentitud su mirada castaña se paseó desde Jackson a Gabriel, pensando en cuál sería la mejor decisión.
Era cuestión de mentir o decir la verdad.
—No es nada por lo que deba preocuparse, segundo al mando. —Camila bajó su cabeza esta vez, mostrando respeto frente a Gabriel. Después de meditarlo, y a pesar de querer separarse de Jackson desesperadamente, no podía darse ese lujo así a la ligera.
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