Anita se aparca a las puertas de la mansión Romanov con el abrigo ajustado y las manos dentro de él. El frio de la noche le cala los huesos. Es un frio casi tenebroso tomando en cuenta donde se encuentra. Tiembla de manera copiosa. Ya a este punto no le parece tan buena su idea de infiltrarse para matar a todos. Ahora si cree que es un suicidio.
Las puertas se abren y aparece el mismísimo Nicolay Romanov acompañado de un sequito de hombres gigantes, vestidos de negro. Con actitud amenazante y armas tan grandes que no pudo evitar el vómito que le sobrevino. Su esperanza de vida era su hijo, eso lo sabía, pero no estaba segura de que la tratarían con confianza luego de que Rixio hubiera causado destrozo. No deseaba ser una huésped. Solo necesitaba oportunidades. Pero el embarazo le hizo una mala jugada, en el momento que vomita un par de hombres la sostienen y ella se desmaya.
Escucha voces masculinas, intenta abrir los ojos. No se siente golpeada. Ni siquiera está atada a la camilla.
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