Gabriel Maldonado en su oficina se encuentra verificando la nueva entrega. Trafica con mujeres y niños, algunos los pasa a los estados unidos por pedidos. Otras trabajan en las minas. Su negocio más lucrativo: trata de blancas. Las cortinas cerradas de la oficina casi lo asfixian. Rixio no aparece aun, ya debe estar muerto, pero lo que le intriga es que Nicolay no le ha enviado un video o algún mensaje para regodearse en ello. Lo que quiere decir que se encuentra con vida. Y eso lo tranquiliza. El aire acondicionado zumbando como un insecto molesto, no lo deja concentrar lo suficiente para terminar lo que comenzó.

—Patrón —uno de los hombres toca y abre la puerta —esto llegó hace un momento —las manos del hombre tiemblan al ensenar la caja, gesto que pone en alerta a Gabriel —. También una nota diciendo que si queremos ver vivo a Rixio debemos rendirnos.

—Gracias Jorge. Déjala en el escritorio por favor —la tensión aumenta en el despacho. Maldonado no sabe si abrir la caja o echarla p