El muelle privado de Nicolay Romanov no aparece en ningún mapa. No tiene nombre, ni siquiera una historia, camina por sus dominios como el rey del lugar sin testigos. Solo existe para lo que fue creado: recibir muerte disfrazada de metal. Alrededor contenedores oxidados, grúas que crujen como esqueletos viejos, luces que parpadean como si temieran iluminar demasiado. El concreto está agrietado, sucio, y el aire… el aire huele a pólvora, a sal, a traición.
A muerte.
Nicolay baja del vehículo blindado sin mediar palabra con los hombres, cada quien sabe su función. Cada uno de ellos es una pieza importante en el rompecabezas que va a armarse hoy. La treta orquestada para Aliahj Kapoor debe ser perfecta, creíble y significativa. Un par de hombres trajeados lo escoltan como sombras. Él viste de negro. Abrigo largo. Guantes. El rostro cubierto por la noche. No necesita hablar. Tampoco necesita explicar. Ya sabe que el cargamento está allí. Cinco contenedores sellados. Marcados con códigos r