—¿Quién te interesó?
Édgar se acercó con una charola llena: un tazón de avena, un plato con chilaquiles, fruta picada, un omelette y un jugo de naranja.
En cuanto se sentó, le pidió a un mesero un vaso de agua tibia y lo dejó en el lugar vacío a su lado. Mauricio le informó con una sonrisa pícara:
—Valeria dice que te mueres por Regina.
Édgar levantó la mirada hacia Valeria. Ella no esperaba que Mauricio fuera tan chismoso y se molestó. Suspiró con fastidio.
—¿Estoy mintiendo? Siempre que estamos juntos, eres el que más la atiende. ¡Hasta un ciego se daría cuenta de cómo la miras, es obvio lo que quieres!
—Ah, ¿y tú no estás igual? —le respondió Édgar.
De los tres, Valeria había sido la primera en querer congraciarse con ella, siempre tan atenta, como si Regina fuera su hermana.
En el mundo del espectáculo, todos sabían que buscarse un buen padrino o conectarse con gente influyente era el atajo más común. Valeria no se avergonzaba de querer acercarse a Regina; a fin de cuentas, su fami