—¿Te acuerdas de lo que me dijiste ayer?Claro que recordaba lo que había dicho apenas ayer. Lo que Regina no imaginó fue que se arrepentiría tan pronto. «¡Si hubiera aceptado sin más ayer, me habría ahorrado esta incomodidad!»
—¡Lo dije porque no quería que sintieras que tenías que estar conmigo a la fuerza, solo por compromiso!
Regina recalcó la palabra «fuerza». Apretó con nerviosismo el bolso sobre sus rodillas; aunque por dentro se sentía insegura, mantenía una sonrisa amable.
Gabriel Solís la observó en silencio.
Tras un momento, él apenas curvó los labios.
—¿Entonces no quieres que me haga responsable?
«Si le digo que no, seguro aprovechará para quitarme de encima. Me va a rechazar de inmediato.»
Se acomodó un mechón de cabello con un gesto estudiado. Su tono fue ligero, casi despreocupado.
—Me enteré de que no tienes novia, y yo tampoco tengo novio. ¿Qué tal si lo intentamos?
—No, gracias. Por ahora no tengo planes de ese tipo.
Gabriel tomó su celular y se puso de pie. Le dirigi