La asistente ya llevaba tres años con Jimena, así que todavía conservaba el número de Regina. Antes, siempre que Jimena necesitaba algo, lo primero que hacía era llamarle.
Regina la protegía muchísimo en ese entonces. Ahora, en cambio, Jimena había perdido mucho más de lo que había ganado.
—¡Ya cállate!
Jimena la fulminó con la mirada. La asistente ya estaba acostumbrada, así que no dijo nada más.
Mientras observaba a Regina a lo lejos, Jimena sentía que la envidia la carcomía. Acababa de verla aceptar aquel ramo de flores; aunque ya sabía que había vuelto con Gabriel, su intuición le decía que él no era de los que hacían ese tipo de gestos románticos.
Pero ahora, al verlo llegar al set con contenedores de comida, supo que las flores definitivamente eran de él.
Para ganársela, no solo le enviaba flores, sino que también le traía el almuerzo. ¡Quién diría que Gabriel también era capaz de hacer estas cosas!
Sentía que la envidia la ahogaba. Tomó su celular, buscó un número que no había u