—Está aquí, Addison.
—¿En el Hotel? —Qué alivio, aunque a la vez me pregunto qué está haciendo allí.
—Sí. —Mark parece arrepentido.
—¿Debería ir? —No sé por qué se lo pregunto. Ya estoy camino del dormitorio para vestirme. Dice por teléfono:
—Creo que sí, muchacha. Ha ido directo a su despacho.
Cuelgo, me recojo el pelo mojado y vuelvo a ponerme la ropa que llevaba antes. Las llaves del coche, Nick no me las ha devuelto. Vuelo escaleras abajo y me pongo a rebuscar entre mis cosas, rezando para encontrar el segundo juego. Al final, lo consigo.
Introduzco el código en el ascensor, y pienso que a Clive no le va a gustar encontrarse con el espejo roto. Desde que llegué, el mantenimiento debe de salir por un pico.
Corro por el vestíbulo con tacones y todo. Clive está arrodillado detrás de su mostrador. Paso junto a él sin decir nada. Hoy no tengo tiempo. El pobre hombre debe de estar preguntándose qué ha hecho para que me haya enfadado con él.
—¡Addison! —me grita. No