—¿Más? —pregunta con voz ronca.
Echo la cabeza atrás de nuevo.
—Sí —consigo decir antes de que vuelva a levantar las caderas. Cierro los ojos.
—Nena, mírame —me advierte deslizando la mano de vuelta a mi cintura.
Abro los ojos y veo que él tiene la mandíbula tensa y las venas del cuello hinchadas. Me levanta una y otra vez. Grito intentando no cerrar los ojos.
—¿Te gusta? —pregunta recompensándome con otra subida de caderas.
—¡Sí! —Tengo los nudillos blancos de agarrarme con tanta fuerza.
—No te corras, Addison. No he terminado.
Me concentro para controlar mi orgasmo, que está a la vuelta de la esquina. Los movimientos firmes y contenidos de Nick no son de gran ayuda. Echa la cabeza atrás pero no me quita ojo. Me levanta, tira de mí y mueve las caderas en círculos una y otra vez. Gemimos juntos y me duele la cabeza de tanto mantener el contacto visual. Quiero echarla hacia atrás y correrme, pero tengo que esperar a que me dé permiso. No sé si podré aguantar mucho más.