—Ha venido a disculparse.
Me río en su cara. Dan jamás se disculparía, no con Nick. Lo conozco desde que nací y sé que es demasiado orgulloso como para hacerlo, y más ante un hombre como él. Dan se siente inferior, como la mayoría de los hombres. Sin embargo, el hecho de que sea mi primo, casi mi hermano, no hace desaparecer la batalla de testosterona que hay entre ellos.
—No te creo.
—Eso me entristece, nena. —Compone un gesto solemne, lo que no hace sino acrecentar mis sospechas—. Bueno, cuéntame. ¿Qué ha dicho Paolo?
Mi expresión de recelo se transforma en culpabilidad, y son mis ojos los que evitan los suyos ahora.
—No se lo has dicho, ¿verdad? —pregunta con tintes de ira en su tono de voz—. ¿Addison?
—No ha venido a la oficina —me apresuro a contestar—. Pero vendrá mañana, así que hablaré con él entonces.
—Demasiado tarde, señorita. Has tenido tu oportunidad. Muchas oportunidades.
—Eso no es justo —protesto—. Le he dicho a Marcus que no voy a seguir trabajando con él, así que no