—Cállate. —Me acerco a la mesa y le doy unos toques a Dan en la espalda con el dedo—. No has abierto la boca. ¿No tienes nada que decir?
—¿Ves con qué tengo que lidiar? —Nick levanta las manos en un gesto de desesperación—. Es una auténtica pesadilla.
Le lanzo a mi hombre una mirada asesina y le doy una palmada a mi primo en el hombro.
—Habla. ¿Qué está pasando?
—Estoy arruinado —dice Dan en voz baja—. Hundido, sin blanca, como lo quieras llamar.
Nick ha accedido a ayudarme.
—¿Se lo has pedido? —inquiero, incrédula. Eso es muy atrevido por su parte, teniendo en cuenta la relación que hay entre ellos dos.
—No, él se ofreció a ayudarme sin compromiso… hasta hace diez minutos.
—¿Estás sobornando a mi primo? —Desvío la mirada hacia Nick, que tiene las manos unidas formando un triángulo con los dedos delante de su boca—. ¿Le has pagado para que no hable?
—No. Le he prestado algo de dinero y he añadido una pequeña cláusula al contrato a posteriori.
—Estoy horrorizada, pero tremendamente ali