El tiempo parecía haberse detenido mientras Hugo sostenía su mano y la miraba sin decir absolutamente nada. La tensión era palpable entre ambos. Iris se sentía vulnerable ante aquel hombre tan enigmático. Sus ojos analizaban cada detalle de su rostro, cómo sus pupilas parecían más negras que nunca, lo perfectamente recortada que estaba su barba. El aroma de su perfume era intenso y muy varonil, envolviéndola como un manto invisible. Finalmente, Iris cayó en cuenta de que tal vez Max tenía razón, tenerlo tan cerca haría que las cosas fueran más difíciles, sobre todo cuando la tensión entre ambos parecía crecer con cada segundo.
—¿Qué... qué haces, Hugo? —preguntó finalmente, su voz temblorosa, cargada de incertidumbre.
Hugo rompió lentamente el espacio que los separaba, como si cada movimiento estuviera cuidadosamente calculado.
—Despedirme apropiadamente de mi novia —murmuró Hugo con una mezcla de seriedad y algo más que Iris no podía identificar del todo.
Al escuchar esas palabras, I