Dos meses habían pasado desde aquella plática en la playa de Rockaway. Iris y Hugo no habían vuelto a tener una conversación desde entonces. A excepción de las pocas palabras que intercambiaban cuando se veían, su comunicación se había reducido gradualmente. Hugo llegaba bastante tarde del trabajo, e Iris ya no salía de su habitación en cuanto lo escuchaba llegar.
Daba gracias de no tener que enfrentarse a ninguna situación en la que debieran fingir. Sin embargo, su madre llamaba cada vez que podía y siempre pedía hablar con él. Así que tenía que verlo reír a carcajadas al teléfono, mientras ella fingía estar ocupada con cualquier otra cosa.
Esa tarde, Iris regresaba de la lavandería con su ropa y la de Hugo. No sabía si él estaba en casa, así que dejó la cesta de ropa de Hugo delante de la puerta de su habitación y recogió la suya para entrar a ordenarla. Justo cuando abrió su puerta, escuchó la de Hugo abrirse.
Lentamente se giró, aún con la cesta en las manos, el cabello recogido e