Iris había intentado todo lo posible por no salir de su habitación. Sabía que Hugo estaba en casa y, después de lo que había pasado la noche anterior, no se sentía preparada para enfrentarlo. Pero tampoco podía quedarse encerrada para siempre. Eventualmente, tendría que salir, hablar con él, actuar como si nada… aunque no tenía idea de cómo se suponía que debían comportarse ahora.
Habían cruzado una línea. ¿O solo la habían rozado? ¿Dónde los dejaba eso?
El aire en la habitación se sentía espeso, cargado de pensamientos que no quería ordenar. Con un suspiro resignado, se pasó una mano por el cabello y se obligó a abrir la puerta.
Al salir, agradeció en silencio no encontrárselo en ningún lado. Seguramente seguía en su habitación, y por ahora, eso le daba un respiro.
Era domingo, un día perfecto para poner la casa en orden… y distraerse. Sin pensarlo demasiado, se ató el cabello en un moño y empezó a limpiar. Pasó un trapo por las superficies, acomodó todo en su lugar, barrió cada rinc