Capítulo 80

Un golpe seco rompió el silencio de la habitación, haciendo que Serethia se encogiera instintivamente en el abrazo de Alec. En respuesta, él le acarició el cabello con suavidad y cerró los ojos, decidido a ignorar a la persona que estuviera tocando la puerta principal. No sabía que droga le había dado Agnés, pero su cuerpo aún resentía los efectos, y cada movimiento le costaba algo de esfuerzo.

Sin embargo, al primer golpe le siguió otro, y después otro más.

—¡Policía, necesitamos hacer una verificación! —exclamó una voz desde afuera.

Alec suspiró, resignado, y se movió para levantarse, soltando a Serethia con cuidado para no despertarla. Pero los ojos de ella se abrieron a pesar del cuidado que mantuvo, y se fiaron en él como si temiera que la dejara.

—¿Tienes que ir? — inquirió Serethia, agarrando con la punta de los dedos la camisa de Alec; sin mucha fuerza para obligarlo a quedarse, pero si la suficiente para indicarle que no quería que se marchara.

—Sí… es la…una especie de guard
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