Al día siguiente, Serethia había preparado sus baúles desde temprano y, una vez sus cosas estuvieron en orden, permaneció de pie frente a la ventana que daba al camino de entrada del castillo, con la mirada fija en la lejanía, siguiendo cada carruaje que pasaba, esperando que fuera el de su padre.De vez en cuando, alzaba la mano para rozar delicadamente el kanzashi, asegurándose de que aún sostenía el recogido en que llevaba su cabello. —«¿Debería preguntarle?» — El pensamiento la hizo ruborizarse. Sin embargo, la duda la carcomía. Quería saber si su padre estaba dispuesto a ir contra Kaelvar porque la amaba.Cerró los ojos y sonrió con suavidad, dejándose envolver por la calidez de esa idea, como si, por primera vez, pudiera sentir el afecto de su padre.—«Lo haré cuando vuelva»—se dijo, y una pequeña risa, tímida y avergonzada, escapó de sus labios.Volvió a subir la mano para tocar el kanzashi, pero su gesto quedó suspendido en el aire cuando una sirvienta interrumpió en la habit
Ler mais