La invitación llegó al amanecer, escrita en tinta de sombra sobre pergamino lunar. Convocatoria oficial del Consejo de Ancianos: Ceremonia de Equilibrio. Kaeli la leyó sin expresión, pero el pulso le tembló. No por miedo. Por intuición.
—¿Vas a ir? —preguntó Nyra, mientras preparaba el altar de entrenamiento.
Kaeli asintió.
—No por ellos. Por mí.
Tharos, el lobo blanco, se acercó con pasos lentos.
—El equilibrio no siempre es justo. A veces, solo es fachada.
Kaeli acarició su pelaje.
—Entonces que me vean. Que me midan. Que me teman si deben.
*
La mansión Volkov estaba más viva que nunca. Criadas corriendo entre pasillos, lobos guardianes patrullando los límites, y los vitrales del Salón de Piedra brillando con una intensidad que parecía artificial. Kaeli entró con la túnica ceremonial de Elaren, el colgante Kalei oculto bajo la tela, y la mirada firme.
Los ancianos ya estaban presentes. Varek, Maelis, Nerissa. Incluso Theo, aunque en silencio. Lyara la recibió con una sonrisa breve,