28• Es idéntica a ella.
Me quedé quieta, con la foto aún en mis manos. Sentía el frío del papel atravesarme los dedos, como si de alguna forma esa imagen tuviera vida propia. El rostro de Celine, con ese moretón en el labio, me heló la sangre. No había nada en el mundo que pudiera prepararme para verla así.
Y ese mensaje.
“El no podrá salvarla.”
Sabía perfectamente a quién se referían.
A Dean.
Me temblaron las manos. No solo por lo que la frase insinuaba, sino porque alguien había estado aquí, dentro de la casa, dentro de mi habitación. Alguien había entrado sin dejar rastro. Sin que nadie lo notara.
Sentí cómo un escalofrío me recorrió la espalda.
Podría haber sido cualquiera.
De pronto, todo el aire pareció volverse más pesado. El silencio era tan absoluto que podía escuchar los latidos desbocados de mi corazón. No estaba segura de si quería llorar, gritar o correr.
Pero correr… ¿a dónde? Dean no estaba. Había partido esa misma mañana, siguiendo una pista para encontrar a Celine. Y ahora, con esa foto en