«Es una chica hermosa, pero no cumple tus especificaciones. 25 años, separada y con una hija siete años» había dicho su abogado cuando Román descubrió la entrevista de Frida. «Parece ansiosa por un trabajo. La necesidad te vuelve un peón fiel» pensó Román con satisfacción y se creyó con suerte. Después de que su esposo la engañó de manera cruel y con quien menos esperaba, Frida, presa de su dolor, buscó un milagro para salvar a su hija enferma. La necesidad la orillará a hacer un trato con Román, un CEO que se pudre en dinero, orgulloso, altanero y malhumorado que necesita una esposa y engendrar un hijo para evitar que su abuelo deje toda su herencia a la caridad. Frida se volverá la hermosa obsesión de Román, y aunque trate de escapar, él hará hasta lo imposible para mantenerla cautiva, presa de su soberbia y posesivo amor.
Leer másPor un momento Rainer se quedó en silencio, pensativo, con la mirada paseando entre las luces de la ciudad mientras las cosas conectaban dentro de su cabeza. —Carina… ¿es una mala estudiante? —preguntó. —¿Cómo? ¡No! ¡Para nada! —¿Ha cometido alguna falta que la hiciera merecedora de ser expulsada? —No, solo es violenta… pero ha sido por responder a los abusos de otros alumnos. —Entonces… ¿Por qué me dice todo esto? ¿Qué es lo que quiere que le diga? —Señor Winter, me preocupa que esto sea un caso de nepotismo. Que la señorita Gibrand tenga un lugar que no le corresponde gracias a la intervención de su padre. —Y ¿qué sugiere? —¿Qué sugiero? —preguntó la maestra nerviosa. —Sí, ¿procederá legalmente? —¡¿Qué?! ¡No! ¡Esa no es mi intención! —¿Entonces? Sea clara por favor… —Yo… pensé… ¿Qué le parece si le invito un café para hablar con más calma la situación? —dijo como un último intento por conseguir su objetivo. —Claro, diga fecha y hora… —¿En serio? —Estaba sorprendi
—Sabía que te perderías… —dijo Rainer viendo con nostalgia la foto de su madre—. Era muy hermosa, ¿no crees? —Mucho… Parecía un ángel.—Era un ángel… Dulce, comprensiva y tierna… Era la mejor mamá del mundo. Siempre tenía las palabras correctas, te abrazaba sin ninguna razón y era muy paciente… A veces me pregunto si hubiera sido más fácil perderla sin haberla conocido, ya sabes… que se hubiera ido cuando yo no fuera capaz de recordarla… Tal vez dolería menos. —No lo sé… pero creo que es lindo que pudiste estar con ella y atesorar recuerdos. ¿Por qué no te llevaste esta foto al departamento? —Para no sentirme miserable como en este momento… —respondió Rainer y dejó la foto en su lugar, dando media vuelta, dispuesto a salir del cuarto, pero Carina lo tomó de la mano, deteniéndolo.Cuando Rainer volteó hacia ella, lo tomó con ternura del rostro y lo besó profundamente. No sabía cómo consolar a un hombre con el corazón tan duro como una piedra, pero no quería verlo triste, era doloros
—¡Maldita perra! ¡Esto no se quedará así! Te arrepentirás de lo que me hiciste… ¡Lo juro! ¡Te arrastrarás ante mí pidiendo disculpas! —exclamó Palmer iracundo. —Yo nunca me arrastro ante nadie, señor Palmer —dijo Carina con una frialdad en su voz que lo sorprendió. —Señor Palmer, le voy a pedir que no vuelva a levantar la voz de esa forma a mi mujer… —dijo Rainer apretando los dientes y tomando el contrato—. Quiso propasarse con mi prometida y no solo eso, le dice perra frente a mí… —Señor Winter… Yo no sabía que… —Palmer retrocedió horrorizado. —Podría hacer su vida miserable… Podría amenazarlo con presentarle al padre de mi mujer, Román Gibrand, conocerá su nombre por las noticias, comparte conmigo la ambición por el poder y el gusto por los castigos justos y asertivos, pero creo que lo más adecuado sería amenazarlo con cinco minutos a solas con Carina, para que lo golpee con libertad las veces que quiera —dijo Winter y rompió el contrato frente a los ojos escépticos y cargados
—Me acompañarás a la dirección, estas peleas deben terminar… —Antes de que la maestra continuara, la mano de Rainer sobre su hombro la silenció, poniéndola nerviosa.—Maestra, por favor… Tenga piedad de mi prometida, es un poco infantil —dijo Rainer viendo a Carina mientras sus palabras causaban revuelo en los alumnos.—¿Dijo: «prometida»? —preguntó la maestra con el corazón roto.—Carina… —Rainer caminó hacia ella y tomó su rostro entre sus manos— …la futura señora Winter no puede comportarse de esa forma.Sin darle tiempo a contestar, Rainer le dio un beso dulce en los labios, hacien
—Pero bueno… ¡Basta de mí! También sería agradable saber de mi futuro esposo —dijo Carina sintiéndose vulnerable al abrir su mente y corazón a ese hombre, que aún se veía tan distante de ser ese compañero cálido que ella buscaba.—Descuida, en unos días comeremos en casa de mis padres y conocerás a mi hermana y… a mi… madre —dijo Rainer como si una sensación desagradable se atorara en su garganta—. Ese día me temo que descubrirás muchas cosas de mí.—¿Tienes problemas familiares? Sería bueno saberlo… por precaución —dijo Carina preocupada.—Mi madre, no es mi madre, eso es todo. Es mi mad
Todos quedaron en silencio mientras Carina se alejaba, cada mirada estaba clavada en la mesa, sabiendo que llevarle la contraria a Benjamín podía ser la gota que derramara el vaso y deteriorara aún más su salud.Frida fue la primera en levantarse para ir a buscar a su hija y darle su bendición, pues, aunque Benjamín no quisiera volver a reconocer a Carina como su nieta, para ella siempre sería su hija.Esa tarde, Carina y Rainer salieron rumbo a Alemania, todos se despidieron de los futuros esposos excepto el viejo Benjamín que se encerró en su habitación, aferrándose a su decisión.Carina entró cabizbaja al departamento, Rainer la esperaba en el auto y no podí
Los ojos de Carina se llenaron de brillo, conmovida por las palabras de Rainer y de pronto este se dio cuenta de que una sensación cálida embargaba su pecho. Le gustaba como lo veía su futura esposa, le encantaba tener su atención y ese par de ojos viéndolo con ternura y no con odio.Carina se puso de pie y tomó el rostro de Rainer entre sus manos, aún conmovida, con el corazón explotándole dentro del pecho. Lo que le había dicho no eran palabras dulces, no era un intento de dominar su corazón, era un reconocimiento, el que ella siempre había ansiado escuchar sin darse cuenta.Se equilibró en la punta de sus pies para alcanzar los labios de su futuro esposo y lo besó con ternura, haciendo que el tronar de los aplausos aumentara, pero fuera sordo en sus
—No te quiero cerca de mi hija… —dijo Magda con voz fría y sin remordimiento, mientras Fred permanecía en silencio y con la mirada perdida—. Ella iba a casarse con un hombre guapo y adinerado que le daría una vida de reina. Tú ¿qué le puedes ofrecer? ¡Nada! ¡Ni siquiera tienes un trabajo formal!Magda tomó la guitarra y la arrojó al piso junto con el resto de las maletas de Fred, mientras Lena lloraba desconsolada en el sofá, pero sin ir en contra de su madre.«Carina me hubiera defendido si su padre me tratara de manera similar», pensó Fred tomando su guitarra.—¡Largo de mi casa, mantenido! —exclamó Magda señalando la puerta.