ENAMÓRAMEES

¿Por qué el pronóstico no avisa esto?

Una fuerte tormenta de otoño había postergado todos los vuelos y eso me abrumaba bastante porque significaba que debía correr todos los compromisos que tenía en Milán hasta que el bendito clima deje que pueda abordar un avión para encontrarme con mi asistente que por suerte un día antes viajo para ordenar todo para mi llegada. Lo bueno de esto es que pasaría mi aniversario con Jacob, no me reprocharía nuevamente que prefería mi trabajo antes que a él. Así que, sin opciones, estaba volviendo al departamento que compartimos juntos hace dos años para sorprenderlo. Jacob Park, es el hombre perfecto, atento, cariñoso y sabe cómo tratar a una mujer, según mi mejor amiga todo lo que digo son mentiras producto de mi obnubilación de mis sentimientos por él, Isabel no lo conoce bien porque no le dio la oportunidad de hacerlo, pero después de todo soy la única que esta con él hace tres años, no sé qué es lo que me llevo a enamorarme de ese hombre, me hace feliz y eso es lo único que me importa.

— Josh, espero abordar mi avión mañana — le envió un audio. Confió en mi asistente, pero no hay nada mejor que estar una presente cuando se trata de elegir telas. Soy diseñadora de moda y tengo mi propia marca con mi apellido donde hago los sueños realidad de las novias. Amo hacer cada uno de esos vestidos para que cada mujer se sienta única en uno de los días más importantes de su vida, por lo que ahora Duran estaba siendo tendencia, todo gracias a mi creatividad y al maravilloso equipo que tengo de trabajo.

— Ya llegamos, señorita — me avisa el taxista, aparcando en la entrada de mi departamento.

— Muchas gracias — agradezco luego de pagarle.

Saco mi paraguas, mis pies pisan un charco y agradezco haberme puesto zapatillas. El taxista ayuda a que baje mi gran maleta, sonrío para luego tomarla y corriendo entro al hall del edificio donde el portero me abre con rapidez.

— La hacía de viaje, señorita Catalina — dice ayudándome.

— Esa era la idea Ryan, pero el clima no quería lo mismo — comento suspirando.

— Mañana será otro día — acota empujando mi maleta hasta el ascensor.

— Eso espero, gracias — digo sonriendo mientras aprieto el piso quince que es donde está el departamento que comparto con mi novio.

Quiero ver la cara de Jacob cuando me vea.

Con sumo cuidado abro la puerta, todo está a oscuras, lo que significaba que él ya dormía, apoyo mi maleta a un costado, me quito mi tapado y empiezo a caminar por el lugar hasta que me tropiezo con algo, frunzo mi ceño cuando alumbro con mi celular y mis manos toman un brasier que rápidamente caen de nuevo al piso haciendo que mi corazón se estruja, mis oídos se agudizan haciendo que escuche los gemidos y jadeos que provenían de nuestra habitación. Mi corazón dice que no lo haga, pero mi cerebro masoquista es el que me obliga a abrir la puerta para encontrarme al que es mi novio desnudo acostado en nuestra cama mientras una morena salta sobre él y le pide que le dé más duro.

— Jacob — digo con rabia y asco.

— Caty — dice sorprendido, empujando a la mujer que deja que vea su cara y la reconozco, es su secretaria.

¡Maldito infeliz!

— ¡Eres un asco! — grito secando mis lágrimas.

— Catalina, amor, no es lo que parece — habla poniéndose su bóxer.

— No me toques — gruño saliendo de la habitación para tomar mi maleta e irme bien lejos.

— ¡Catalina! — grita tomándome del brazo para detenerme.

— Suéltame — mascullo.

— Escúchame, por favor — pide desesperado.

— Terminamos, Jacob. No quiero saber nada mas de ti — seco mis lagrimas con dolor. — Debí escuchar a mi amiga, ella tenía razón — agrego cabreada conmigo mismo.

— ¡Catalina! — escucho su grito, pero tomando mi maleta y la poca dignidad que me quedaba, salgo de ese departamento sin mirar atrás acompañada de mi corazón hecho añicos.

Odio el amor.

Odio las mentiras.

No volvería a confiar en ningún hombre y sobre todo no creería más en el amor.