Mundo de ficçãoIniciar sessãoUn trago, un reto, una noche de pasión y una nota. Christian creé que puede tener a la mujer que quiera en su harem. Sin duda alguna, nunca nadie lo ha hecho darle vueltas a su cabeza y mucho menos a su corazón, hasta que llega ella con su rebeldía y su sonrisa deslumbrante, su cuerpo perfecto y su misteriosa vida. ¿Quién es ella? Acaso... ¿Su debilidad?
Ler mais[ARI]
—¡A qué no puede! —exclama mi hermana, Elena, haciendo una seña con su mano para avergonzarme frente a sus amigas —. No es suficientemente valiente para hacer esto.
Apenas dice, se echa un trago de ponche adulterado y me mira como si me quisiera desafiar.
—El de traje gris —señala, con su mano extendida y una copa entre sus dedos, a un sujeto de edad media o quizá incluso mayor, puesto que lleva una espesa barba blanca. En definitiva no, ni loca pienso ir ahí. Elena continúa —. Si no te sientes lo suficientemente bonita o capaz para hacer que te note, lo entendemos.
Agacho la mirada, clavando mi vista en las puntas de mis bailarinas.
—Yo…
—Yo digo que mejor le des una lección antes —Dice Patricia, la mejor amiga de mi hermana. Sus ojos son claros, su cabello ea negro y es de mediana estatura. Lleva puesta una minifalda jeans y un top rayado de color miel. Elena la mira con una sonrisa ladeada y me entrega su ponche antes de caminar unos metros hasta donde está el tipo de traje gris, que desde donde estoy no le veo bien el rostro gracias a las luces neón.
Es un éxito.
Claro, era obvio.
Puedo ver como el tipo le sonríe abiertamente antes de darle una factura —en la que creo que va anotado su número de teléfono —y una copa de vino caro, del que está tomando.
Patricia y Jen, su otra amiga, me miran con una sonrisa que no logro descifrar y mis mejillas arden al imaginar que luego de eso tengo que ir yo.
Soy un poco tímida, lo acepto, y el reto que me han impuesto es algo que jamás estando en mis cinco sentidos haría, pero el ambiente en el que estamos corrompe un poco mi concentración, los gritos y risas de sus amigas me motivan a dejar que mi lado manipulable tome el puesto de mi conciencia, y el calor que hace en la pista, a pesar de mantener el aire acondicionado del área VIP encendido, hace que inmediatamente mi mente se replantee la opción de ¿Qué tan malo sería? Es como estar asfixiándome con la decisión que tengo que tomar, y ¡Vamos! Mis decisiones muy pocas veces son tomadas en cuenta; por ello, mejor me quedo en silencio.
Silencio que aprovechan sus amigas para quejarse y hacerse de malas caras.
—En definitiva, esta es la peor fiesta a la que he asistido.
—¿Y si vamos a otro club nosotras tres? —sugiere Jen, siendo clara con sus palabras al decir que yo no estoy invitada.
—¡Vamos, Ari! ¡No seas aguafiestas! No sé ni para qué le hice caso a papá en traerte a este lugar a celebrar tu cumpleaños. Hubiera sido más fácil que lo celebraras como hace un año en el convento —se burla Elena, y sus amigas comienzan a reír.
Mis mejillas se tornan rojas, mis manos se sienten cada vez más frías y no sé por qué ese comentario me ha afectado más de lo que debería. Quizá porque no era del todo un lugar en el que deseara estar. O porque fue gracias a ella y a su madre que fui a parar ahí. No era el lugar, era yo. Mi principal razón por la que rogué que me dejaran salir.
Hoy es mi cumpleaños número diecinueve, es mi día y por fin siento que mi relación con mi media hermana no puede ir tan mal. Quizá soy un poco ingenua cuando de Elena se trata, como mi mejor amiga siempre me lo ha dicho, pero a veces quisiera no llevarme tan mal con ella, por el bien de papá.
Estoy nerviosa, no lo puedo negar. Sin embargo, no pienso mucho en las consecuencias o, en nada, en realidad; sus palabras han calado hondo en una parte de mí que quizá ni yo sabía que existía. Por lo que, dándome valor, tomo mi bebida de un trago, seco el sudor en mi falda azul con paletones y me abro paso entre algunas personas que bailan animados en en centro de la pista, dejando que sus cuerpos se dejen llevar por un movimiento lento y poco recatado al ritmo de la música.
Y es ahí cuando lo veo.
El sujeto parece estar serio pensando en algo, está demasiado distraído como para ligar, y lo sé porque todas las chicas que se acercan a él a la butaca VIP se van bastante decepcionadas después de intercambiar un par de palabras con él.
Sí tan solo pudiera tener esa facilidad de acercarme a él como todas las otras y decirle que necesito un favor suyo… bueno, dicho de otras maneras, que me ayude a fingir que no le soy indiferente, que le he atraído aunque sea un poco y me ayude a escapar del escrutinio lejano del que persiste Elena y sus chocantes amigas.
Pero no puedo. No soy una de esas chicas con facilidad para hablar. De hecho, nunca lo he sido. Según papá, comencé a hablar abiertamente a los cuatro años.
Todo un récord ¿eh?.
Miro al tipo que, sin dejar de ver al vacío, bebé un trago de su copa y la sacuden despacio haciendo círculos en el aire para luego llevarla de nuevo a su boca.
¿Y si es un degenerado?
No, esto no está bien. Prefiero ser una santurrona toda la vida y llevarme mal con Elena lo que falte de nuestra existencia. Pero no, no haré est…
—Hola.
¡¿Qué rayos estoy haciendo?!
Entre cavilaciones he llegado a su lado.
No era ese el plan, pero mi cuerpo ha tomado sus propias decisiones y me ha hecho llegar hasta él…
Con torpeza extiendo mi mano y noto como el extraño levanta su mirada de su copa y me mira con desconfianza.
Bien, Ari. Ya estás aquí, así que…
—No estoy interesado —Espeta, volviendo su absoluta concentración a la copa medio llena.
Mi mente divaga por un millón de opciones, no sé qué estoy haciendo y desde esta distancia puedo escuchar las risas de las tres víboras que están pocos metros atrás. Creo qué él lo nota, porque voltea a verlas, pero no hace nada más que llevarse de nuevo la copa a la boca a cada momento.
—Yo…
—Ya dije que no estoy interesado.
Asiento, pasando saliva para poder hablar.
—Yo tampoco —bajo la mirada y rasco un poco mi brazo —. La cosa es que, solo quería pedir un favor…
—¿Se te han perdido tus padres? —bufa, mirándome con un poco de burla.
Eso me ha molestado, pero lo dejo pasar porque, al final de cuentas, ni siquiera lo voy a volver a ver.
—Soy mayor de edad —aclaro, en un firme e inútil intento de sonar más madura —. Y no, no vine a ligar contigo…
—Yo no dije eso. Pero ya que es así, llénala…
Me extiende la copa.
Este tipo es, en toda la extensión de la palabra, un cretino.
—No soy camarera.
Baja la mano y respira como quien no tiene paciencia para derrochar.
—¿Y luego? —pregunta en un tono nada amable —. No me interesan las…
—mujeres, lo entiendo —lo corto, y él abre sus ojos en sobremanera, en una expresión difícil de leer.
—¿Disculpa?
—Por eso has rechazado a todas esas chicas…
Sonríe de lado con sus ojos cerrados y niega, pero al levantar la mirada y notar como el chico que está a dos metros de nosotros, cerca de la barra, le extiende una copa y le guiña un ojo; me mira de nuevo con bastante seriedad.
—No soy…
—Y es por eso que me atreví a acercarme —lo señalo con un poquito más de soltura. Ya que no se ha molestado en negar lo contrario, siento que puedo contarle un poco más de mis problemas, y mis planes con su no correspondida persona —. Escucha, mi hermana y sus amigas quieren que ligue a alguien. Es mi cumpleaños y se han propuesto fastidiarme haciéndome jurar que esta noche me iré con un chico y perderé mi flor, pero no es algo que me suene seguro y…
—Yo no…
—¡Y ya sé que te gustan los hombres y no las mujeres, pero en serio necesito tu ayuda! Solo que finjamos salir de aquí a un lugar más privado, luego cada quien sale por su lado y… ¡Por favor no me mates si eres una especie de psicópata!
Exclamo, atrayendo de nuevo un par de miradas más.
El sujeto alto, de cabello negro, desordenado, ojos azules y sonrisa irresistible se levanta, me mira como si lo último que dije fuera lo primero que pasa por su cabeza y, cuando va a decir algo, el tipo rubio de hace rato —el que le guiñó el ojo —se acerca con dos copas a nosotros.
—Vámonos de aquí —dice, tomándome la mano con premura, para después llevarme fuera del club y jalarme consigo hasta la parada de taxis.
Una vez el aire fresco me pega en el rostro, mi mente se enfría un poco y me vuelvo un ovillo, sintiendo como su mano sigue sosteniendo la mía.
Creo que se da cuenta, porque al instante me suelta como si mi tacto le quemara.
—No me mates…
Rueda los ojos.
—No soy un psicópata y tampoco me gustan los hombres.
Parpadeo un par de veces.
Cierto, yo dije eso.
—Sí, bueno… dicho eso, me voy…
—Ah, no —me detiene del brazo —. Querías ir a otro lado ¿no?.
Trago saliva, me cohibo en mi sitio y cuando se acerca a mí con intenciones de besarme, cierro los ojos y arrugo mi entrecejo.
Lo siguiente que pasa es que su risotada alcanza mis oídos y abro mis ojos de ipso facto.
—No sé quién eres y eres un desastre, pero me has hecho la noche —dice divertido. Sacude mi cabello, se da media vuelta entre pequeñas risitas y camina un par de metros, antes de que, sin saber porqué, lo detengo.
Me mira contrariado y mis mejillas no pueden estar más rojas.
—¿Y si… si terminamos la noche y después cada quien toma su camino? —sugiero, con mis ojos llorosos y mi rostro caliente y sonrojado.
Es quizá mi forma de decirle "adiós" a la inocente Ari que fue excluida por su familia en un convento. O quizá la bebida de hace rato sigue haciendo estragos en mi cabeza. Solo sé que cuando regresa y me toma del rostro para darme mi primer beso,
todo lo demás desaparece.
Y solo somos el flamante desconocido… Y yo…
✵ :・゚✧ :・゚✵ *:・゚✧:・゚✵ :・゚✧:・゚EPÍLOGO✵ :・゚✧ :・゚✵ *:・゚✧:・゚✵ :・゚✧:・゚[SIETE AÑOS DESPUÉS]Toda buena historia de amor termina con una boda, flores, una luna de miel maravillosa por los Alpes Franceses. Sin embargo, todo aquello ya lo habíamos vivido.Nuestra historia de amor era un poco más emocionante.—¡Felicidades, AriTay!Mostré mi diploma en lo alto y los vítores y aplausos no se hicieron esperar.Oficialmente era una doctora graduada de medicina, con especialidad en neurociencia ¡Genial! Y aunque habían sido años difíciles, tratando de ser madre y esposa, aparte de estudiante, y siempre tratando de no estar a medias, lo había logrado. Claro que, sin la ayuda de Daniel y los demás, no habría podido.—¡Felicidades, mi amor! —Mis abuelos corrieron a abrazarme. Incluso papá y su nueva esposa me felicitaron. Difer, Dante y Kirsten se acercaron a mí con flores y chocolates, una vez quedé libre.—Ahora tendrás una bata con tu nombre bordado en la manga ¡Super!.—¡Lo sé! Estoy emocionada
—¡Dónde están las listas de los invitados! ¡Joder!—¿Alguien se ha fijado si ya llegó el pastel?—¿Vieron el ramo de la novia?—¿Vieron a la novia?—¿Saben dónde están los hijos de la novia?Esas, eran sólo algunas de las tantas preguntas que rondaban por la casona de mis suegros, entre los pasillos y la cocina, en donde todo se había convertido en un verdadero desorden.Junté mis manos frente al espejo y me quedé parada frente a mi reflejo, en un pequeño momento de existencialismo, reflexionando un poco sobre mi vida y sobre cómo había llegado aquí.Cuando comenzó todo, apenas era una cría llena de ilusiones, tratando de matizar el color negro de su vida, volviendo todo un gris. Lo cierto es que en la vida no hay grises. Hay momentos negros y momentos blancos… ¿a qué quiero llegar? Bueno, pues que aprendí que de los momentos malos se aprende y de los momentos buenos se disfruta con sabiduría. Cuando lo comprendí, supe que ya había llegado a la mitad del camino. Parte de mis sueños se
[DOS SEMANAS DESPUÉS]—Todos de pie para recibir al juez.Dicen que el tiempo cura las heridas. Hay algunas que supongo que tardan un poquito más. Otras, ni siquiera el tiempo desaparece.Durante dos semanas una cosa rondaba por mi cabeza: mi madre.Chuck fue al hospital el día que detuvieron a Chuck. Al parecer, buscando hacer un trato, Chuck había confesado que Rávena le había dicho dónde estaba el cuerpo de Sandra.Ese miércoles por la tarde…, medicina legal lo había encontrado.Eran solo huesos, pero el saber que estaba ahí y que el ADN coincidía, fue un golpe duro tanto para mí, como para mi padre y para él tío Dan, que lloraba la pérdida de su hermana.Rávena había hecho mucho daño durante todos estos años, tanto, que seguía sin creer que para alguien como Jake fue tan fácil sacarla del camino.Tuvimos que ir a terapia con papá, luego de todo lo sucedido.Nunca la consideré necesaria. Siempre pensé en lo mismo. "El tiempo cura todas las heridas", pero no, no todas. Ahora era mad
—¿Conocía al acusado?—Fue mi ex novio, creo…—¿Cree? —el fiscal a cargo elevó una ceja, confundido —. ¿Cómo que "cree"? ¿Fue una relación abierta?—Oh, no… es que, yo si creía que era mi novio, sin embargo él tenía otras novias y hasta una prometida. Creo que al final solo salimos un par de veces.—¿Salieron un par de veces y usted ya creía que eran novios?—Bueno, no así…De acuerdo, esto no estaba saliendo nada bien.¿De parte de quien se supone que se ponían los fiscales? ¿Del agresor o de la víctima? Ondeando en el tema y basándome en mi actual situación, creería que este fiscal ya estaba vendido. Tuve que quedarme en silencio, como si fuera la criminal, porque al parecer todo lo que decía, era usado en mi contra.—¿No cree que ya es suficiente? —Inquirió Daniel, que estaba a mi lado. Y sí, parecía irritado, pero era más que obvio, cuando había sido él quien había atendido también a Jake para que no muriese por el impacto de bala en la pierna. Y sí, se puede morir por un impacto
—¿La nota…?—La escribió antes de que la matara. Se suponía que te íbamos a matar antes, pero si hacía eso podían descubrirme. Así que la maté. La dejé en tu cuarto porque tenía que desviar la atención…—¿En-Entonces siempre supieron donde estaba?Entre carcajadas estremecedoras y escalofriantes, Jake asintió.—Eres demasiado crédula, Taylor. Te dije que me las pagarías y casi me llegué a tragar mis palabras, pero entonces Rávena me ayudó.Era mucha información. Demasiada. Aparte, miraba la horrible máquina metálica y mi cuerpo temblaba de miedo. Pensaban en Daniel, en mis hijos, en mis abuelos y en mis amigos, y entre todos ellos, inclusive en la araña que tenía por medio hermana.—¿Y qué ganas matándome? ¿Moriremos y luego qué?Jake se encogió de hombros.—Eso no importa. Me quedaré con la satisfacción de haberme vengado.—¿Y cuando esa sensación se acabe?. Por lo menos Rávena tenía un plan…—¡Bueno, ya basta! —me volvió a golpear. Sentía como si me partieran la cabeza en dos. El la
[ARI]El dolor en la cabeza me despierta. Siento un olor metálico y oxidado, mezclados con el sabor de la sangre en mi boca. Mi vista se ha tornado borrosa, pero he logrado distinguir a la chica rubia que está a unos metros enfrente de mí. Elena está inconsciente, no se mueve para nada y… ¡Oh, cielos! Un charco de sangre sale de su cabeza.¿Está muerta?¡No, no, no!Mi corazón se acelera y mi ansiedad se desborda. Trato con todas mis fuerzas de quitarme el lazo que presiona mis muñecas, pero es inútil. Quién hizo esto, es un experto.Imágenes de lo sucedido antes de quedar inconsciente, repletan mi memoria. Recuerdo haber hablado con Keisi, recuerdo haber sentido como si me arrancaran el corazón al escuchar que Daniel estaba muerto y recuerdo haber llegado al parque con la esperanza de ver a mis bebés y asegurarme de que están bien. Sin embargo… en el parque no había nadie.Y luego su voz en mi teléfono…¿En dónde estoy ahora? No reconozco el lugar, pero ciertamente me parece un poco
Último capítulo