La mansión Drakos estaba envuelta en un silencio incómodo cuando Vladislav abandonó el despacho del sótano. Cada paso que daba parecía resonar más fuerte en sus oídos, como un recordatorio de lo que acababa de descubrir y lo que aún ignoraba. Adara… ¿era hija de ese elfo? Las palabras de Florin seguían retumbando en su mente. El elfo que había estado detrás de la acusación que destruyó la vida de su padre y de toda su familia y la manada, ahora estaba relacionado con ella.
«¿Qué mierda significa todo esto?», se preguntó mientras avanzaba hacia el primer nivel.
Las puertas que daban al primer nivel de la mansión se abrieron con un crujido metálico mientras Vladislav las atravesaba, mientras su mente aún estaba nublada por la incertidumbre. Estaba luchando por encontrar una respuesta lógica, algo que pudiera encajar con el rompecabezas que acababa de descubrir. Sin embargo, algo le decía que había mucho más por debajo de la superficie, algo mucho más oscuro de lo que podría imaginar.
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