CAPÍTULO 6 – El reflejo en el agua
La comunidad estaba dividida.
La noticia del despertar de Kerana no había traído la calma que Arasy esperaba, sino un murmullo constante de opiniones encontradas. Las mujeres, en su mayoría, la miraban con desconfianza. No les gustaba la manera en que los hombres se giraban a mirarla al pasar, ni la atracción innegable que su presencia despertaba. Tampoco la aprobaban los ancianos, que veían en ella un presagio oscuro.
—Nunca debió quedarse —decían con voz áspera alrededor del fuego—. Nada bueno vendrá de esta mujer.
Los hombres, en cambio, no podían ocultar su fascinación. Algunos lo disimulaban, otros no. Era como si una luz invisible los envolviera cada vez que Kerana pasaba cerca. Una fuerza que los atraía sin remedio, como a moscas hacia la miel.
Tao lo notaba. Y esa atención lo incomodaba.
Pero no solo él la notaba. Tupã, con su espíritu orgulloso y siempre dispuesto a medir fuerzas con su hermano menor, fue uno de los primeros en percibir aque