CAPÍTULO 5 – El despertar de Kerana
El rumor había corrido como fuego en hierba seca: la mujer del lago había despertado.
No hubo necesidad de que nadie lo anunciara oficialmente; en la comunidad Rukawe todo se sabía, como si los árboles mismos llevaran las noticias de boca en boca. En cada casa, en cada hoguera, en cada ronda de vigilancia, el tema era el mismo.
Algunos murmuraban con asombro, recordando que la muchacha había permanecido inconsciente durante días, como suspendida entre la vida y la muerte. Otros susurraban con recelo, señalando lo que todos habían notado: los poderes de Iker no habían tenido efecto sobre ella. Ese simple hecho bastaba para sembrar miedo en los corazones de los mayores.
Los ancianos, con la prudencia que les daba la edad, fueron los primeros en reaccionar. Nunca habían aceptado con facilidad la presencia de forasteros, y mucho menos de humanos. “Debemos sacarla de aquí”, repetían entre dientes, convencidos de que la llegada de la desconocida era un ma