CAPÍTULO 2 – La noche del destinoEl día amaneció con un resplandor especial. El sol se filtraba entre las ramas de los árboles, iluminando la aldea como si supiera que ese día era distinto. Tao, el séptimo hijo de Iker y Arasy, despertaba a sus veintiún años.Era el menor, pero nadie lo trataba como tal. Sus habilidades, desde pequeño, habían dejado en claro que era distinto: fuerte, rápido, con un liderazgo natural que atraía a quienes lo rodeaban. Había algo en su mirada que inspiraba respeto y, al mismo tiempo, temor.Aquella mañana, apenas los primeros rayos de sol tocaron el horizonte, Arasy fue la primera en acercarse. Llevaba en sus manos una sonrisa cálida y el amor infinito que solo una madre podía dar.—Feliz cumpleaños, hijo mío —le dijo, revolviendo con ternura el cabello oscuro de Tao y plantando un beso en su mejilla.Él sonrió, aunque trató de ocultar la emoción.Luego fue el turno de Iker. El alfa lo observó con orgullo, con la mirada severa de quien no suele dar dema
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