La presión de la demanda y la amenaza latente contra los niños colgaban sobre ellos como una espada. En la oficina de Marco, el mensaje de "A" era su única brújula: Contacten a Elena. Ella sabe cómo llegar a Daniel.
—Tú debes ir —propuso Marco, pasándose una mano por el rostro cansado—. Ella te escuchará a ti. Yo me quedo aquí. Voy a cruzar los datos de Aníbal Rostán con los archivos de recursos humanos y las transferencias bancarias. Si encontramos el patrón de cómo Fernando movía el dinero, podemos predecir su siguiente paso o encontrar otra cuenta fantasma.
Valeria asintió. Cada minuto era crucial. Sin perder tiempo, tomó su auto y se dirigió a la mansión Mendoza.
El encuentro con Elena fue cargado de una tensión silenciosa. Su madre la recibió en el estudio, donde aún flotaba el espíritu de Ricardo.
—Madre, necesitamos tu ayuda —comenzó Valeria, sin preámbulos—. Le mostró la demanda. Elena, al ver el peligro, Todo depende de ¿Qué puedes contarme de Aníbal Rostán?
Elena, pálida per