El mensaje de Fernando ardía en la pantalla del teléfono de Valeria como una herida abierta, su amenaza contra Sofía ensombreciendo cada palabra que Daniel Vásquez acababa de pronunciar. El aire en la habitación 302 del Hotel Las Magnolias se volvió de plomo, pesado con el peso del asesinato, la traición y ahora, el peligro inminente de una niña inocente.
—Él no blofea —murmuró Daniel, su rostro perdiendo el último vestigio de color—. Sofía está en peligro real. No se detendrá ante nada.
Fue Marco quien reaccionó primero, su cuerpo tensándose como un resorte, el instinto de protector anulando el shock de las revelaciones. —Tenemos que volver. Ahora. Yo me quedo en la UCI toda la noche si es necesario. No se acercará a ella.
Valeria no podía hablar. La palabra "envenenado" resonaba en su cráneo, mezclada con la mirada incómoda que Daniel le había lanzado, esa fracción de segundo de reconocimiento perturbador en sus ojos antes de apartar la vista. Una sospecha silenciosa y venenosa come