El lugar es hermoso, el clima propicio para no salir de la cama en ningún momento, compre una cabaña a las afueras de la ciudad, quería total privacidad, no quiero que nadie que no sea yo, escuche los gritos de mi mujer.
—Amor esto es maravilloso—Bajo primero que ella para extenderle un abrigo que compre especialmente para el viaje, no sé por qué se lo imagino puesto con nada dentro ni las bragas, es un traje de imitación de animal, no me gustan los auténticos, estoy en contra del maltrato y sé que ella opinaría lo mismo.
—Es lo mínimo que la señora Carter se merece.
—Te adoro, eres perfecto, ¿Lo sabías? — Me sujeta del cuello y me llena de besos, como si fuera una niña pequeña.
—Por supuesto, si me case contigo.
—Por supuesto—Mientras la tomo de la mano y el chofer va sacando las maletas, abro la puerta y entramos a una estancia muy rústica, maderas por las paredes que revisten la cabaña, piedras sobre la chimenea, es un lugar de ciento y veinte metros cuadrados, ella observa cada es