No puedo dejar de pensar en lo que Enrico dijo. Esa frase, esa declaración que cayó entre nosotros como una bomba silenciosa, sigue rondando mi mente en cada momento que paso a su lado. "No puedo prometerte lo que necesitas". Como si todo lo que había construido entre nosotros no fuera suficiente para llegar a alguna conclusión clara. Como si él mismo fuera la contradicción hecha carne.
Me encuentro atrapada en un círculo vicioso. Cada vez que lo veo, la atracción se intensifica. Ese magnetismo entre nosotros es tan palpable que casi puedo tocarlo, pero al mismo tiempo, siento que me consume. Como si mis emociones estuvieran desbordándose, y él estuviera en el centro de todo, sin ni siquiera intentarlo.
La frustración se cuela en mi mente, la sensación de
He decidido seguir adelante con mi vida. Bueno, eso es lo que trato de decirme cada mañana cuando me miro al espejo y me doy valor para enfrentar el día. La verdad es que, aunque lo intento, algo dentro de mí sigue atrapado, y no, no es el trabajo o la rutina, ni las pequeñas victorias que he logrado últimamente. Es él. Enrico. Su sombra sigue rondando mis pensamientos como una marca indeleble.Es curioso cómo el amor, o lo que sea que esto entre nosotros sea, puede ser tan fuerte que, aunque trates de avanzar, siempre te arrastra de vuelta. A veces me pregunto si no soy la única que lo siente, pero él sigue tan distante, tan lejano, que parece que nunca ha sido parte de mi vida de verdad, aunque sé que lo ha sido más de lo que quiero admitir.A lo largo de esta
Hay momentos en los que te preguntas si realmente estás viviendo tu vida o si solo estás dejando que los días pasen, llevándote sin más, sin hacer nada para detenerlos. He estado pensando mucho últimamente. Enrico sigue en mi cabeza, más presente que nunca, pero no es solo su cuerpo lo que me atormenta. Es lo que siento por él, lo que me hace preguntarme si alguna vez podré escapar de esta conexión, o si todo lo que hay entre nosotros es un abismo del que no puedo salir.Lo peor de todo es que me siento más cerca de él que nunca, y eso me asusta. Las paredes que me había construido a lo largo de los años para protegerme están comenzando a desmoronarse, y cada vez que lo veo, cada vez que escucho su voz, siento como si todo a mi alrededor se desvaneciera.
He tomado una decisión, y con ella, siento que he cerrado una puerta que nunca debí abrir. Pero, al mismo tiempo, esa misma decisión me ha dejado con un vacío, un sentimiento de incertidumbre que me consume cada vez más. Mi cabeza me grita que no debo dejarme llevar, que no puedo confiar en él, en lo que siento por él, pero mi corazón sigue el camino opuesto. El torbellino de emociones, de deseos reprimidos, es cada vez más fuerte, más urgente, más inevitable.Enrico tiene esa manera de hacer que todo a su alrededor desaparezca, como si el tiempo se detuviera cuando está cerca. Su presencia, su olor, su calor, todo en él me consume, y a veces me pregunto si soy solo una sombra en su vida o si realmente hay algo aquí, algo que vale la pena pelear.
Mi mente da vueltas, atrapada en un torbellino de pensamientos que no dejan de chocar entre sí. Las señales de que Enrico no está dispuesto a comprometerse me persiguen como una sombra inquebrantable. Aunque trato de convencerme de que estoy mejor sin él, la verdad es que no puedo dejar de pensar en todo lo que compartimos, en lo que podría haber sido… si tan solo las circunstancias fueran diferentes.Hoy, una vez más, el eco de sus palabras resuena en mi cabeza. "No sé cómo continuar si esto sigue así". ¿Cómo se puede vivir con una incertidumbre tan grande? Es como si estuviéramos atrapados en una montaña rusa emocional, subiendo y bajando sin poder detenernos.¿Está él buscando algo más que sexo? ¿O solo
La decisión de Enrico está clara, o al menos eso parece. Ha pasado más de una semana desde aquella conversación. Desde el momento en que me dijo que lo que tenemos no es algo que se pueda resolver fácilmente, he tratado de seguir adelante, de reconstruir mi vida. Pero cómo hacerlo cuando su sombra se extiende por cada rincón, por cada uno de mis pensamientos.Al principio, creí que el tiempo lo haría más fácil. Que la distancia me permitiría olvidar, sanar, dejarlo atrás. Pero no es así. Cada vez que cierro los ojos, lo veo. Su rostro, sus ojos llenos de tormenta, de miedo, de deseo. Como si fuera una fuerza incontrolable en mi vida, una presencia que me arrastra aún cuando intento mantenerme alejada.Y aún así, no puedo
Soy Sofía Moretti. Mi vida antes de esa llamada telefónica, antes de que el mundo que creía conocer se derrumbara, era… simple. Dentro de los límites de este mundo en el que estaba atrapada, claro está.Crecí rodeada de lujo, sí. Los salones del castillo, las joyas, la ropa, los autos, todo eso. Pero también había un silencio. Uno pesado, asfixiante, que te dejaba claro que no importaba lo que tuvieras, tu libertad estaba siempre en juego. Porque si eres la esposa del jefe, el mundo tiene una manera muy cruel de recordarte que, aunque vivas rodeada de opulencia, jamás serás libre. No tienes voz. No tienes voto. Solo debes cumplir con tu papel, ser la esposa perfecta del capo, la mujer que sonríe mientras los demás luchan y se matan por lo que él manda.Lorenzo Moretti era un hombre que imponía respeto, miedo, admiración. Era el líder de la mafia italiana, el hombre que todos temían y que, de alguna manera, me había elegido a mí como su esposa. A veces me preguntaba si había sido una e
Es extraño cómo los días pueden transformarse en siglos cuando el miedo y la incertidumbre se entrelazan en cada uno de ellos. Hoy, por ejemplo, debería haber sido el día más feliz de mi vida. Era el día que tantas mujeres soñaban con vivir, pero no para mí. Mi boda, el supuesto inicio de un nuevo capítulo, no era más que una condena disfrazada de celebración.El vestido de novia estaba puesto sobre mi cuerpo como una coraza, una tela blanca que, aunque hermosa, me oprimía. El reflejo en el espejo me mostró una mujer que ya no se reconocía, alguien que apenas podía mirar de frente a la persona que estaba a punto de convertirse en su esposo. No sentía emoción alguna al ver mi imagen, solo una profunda desconexión de todo lo que había conocido antes.No había flores, ni música alegre, ni sonrisas cómplices. Sólo había un vacío, una frialdad palpable en el aire. Los asistentes miraban, observaban, pero no sentían. Ninguno de ellos tenía la más mínima idea de lo que estaba a punto de suce
El brillo metálico del anillo en mi dedo no me dejaba respirar. Cada vez que lo veía, lo sentía como un peso sobre mi pecho, una cadena invisible que me ataba más fuerte de lo que podría imaginar. ¿Ser la esposa de un hombre como Enrico? No sabía si era un sueño o una pesadilla, y lo peor era que, a medida que pasaba el tiempo, las dos opciones empezaban a mezclarse en mi mente.Enrico no era solo mi esposo. Era mi protector y mi carcelero, y en su mirada fría y calculadora, yo era nada más que una pieza en su juego. No me importaba lo que él pensara de mí; lo que me aterraba era el profundo abismo en el que me había lanzado, un lugar donde el poder lo controlaba todo y yo no tenía más que una delgada línea entre la supervivencia y la destrucción.En las primeras semanas, intenté evadir la creciente atracción que sentía por él. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía una chispa de algo peligroso. Quizás era el poder que irradiaba, o tal vez algo mucho más oscuro y tentador.