Capítulo diecinueve. No quise traicionarte.
La lluvia caía con fuerza esa noche, como si la ciudad intentara lavar sus pecados. En el apartamento de Kyan, el silencio se rompía solo por el sonido suave de los goterones contra los ventanales. Nicole estaba de pie junto a la puerta de la habitación de su ex novio, aún con el abrigo puesto, empapada hasta los huesos. No tenía dónde más ir. No esa noche.
Kyan apareció desde el cuarto de baño con una toalla en la mano.
—Toma —dijo, sin alzar demasiado la voz—. Vas a resfriarte.
Ella la aceptó con una gratitud muda. Sus dedos rozaron los de él por un segundo, pero ese segundo bastó para encender una corriente que ninguno de los dos supo manejar.
—¿Está Millie dormida? —preguntó Nicole, mirando hacia el pasillo.
—Sí. No ha preguntado por ti, pero se quedó abrazando tu bufanda —respondió Kyan, con una sombra de ternura en los labios—. Creo que le da seguridad.
Nicole sonrió, aunque su expresión se quebró a la mitad.
—¿Qué haces en mi habitaci