Estaba preparando el desayuno para tres, ya que aquí estaba Lucas, quien aún no se le pasaba del todo la borrachera ni lo drogado que estaba.
Veo a mi marido aparecer, y su cara es de asco.
—Parece que te pasó un tren por encima.
—Me siento con la cabeza embobada.
—¿Qué esperabas luego de drogarte?
—Fue solo marihuana. Nada que no haya probado antes.
—Pues te pateó feo —se acerca por detrás y me rodea con sus brazos, dejando besos en mi cuello.
—No te enojes, mi amor. Sabes que Lucas no está pasando por un buen momento —es verdad. Me giro y poso mis manos en su pecho.
—Sé que no está pasando por un buen momento, pero no quiero que tome o se drogue como vía de escape, y mucho menos que te arrastre a ti.
—Hablaré con él, pero no estés enojada —besa mis labios, y con eso se me baja el enojo. Este hombre siempre sabe cómo apagar cualquier rabia que tenga.
—Buenos días —Lucas entra a la cocina y se ve peor que Alessandro. ¿Cuántos días lleva sin dormir? Se ve ojeroso y pálido.
—Buen día —d