¡Mierda! Están a punto de darle la paliza de la vida a Lucas, y todo por mi culpa. Necesitaba hacer algo con urgencia, de lo contrario Lucas terminará con un ojo morado o hasta peor.
—¡Joder! Alessandro, ya déjalo.
Lo tomo por detrás y, aplicando todo lo que me enseñó Lucas, agarro su cuello y lo jalo para que lo suelte. Luego, aprovechando su asombro, lo tumbo al suelo y me coloco encima de él haciéndole presión en el cuello con mi pierna.
—Lo siento, cariño, no quería hacer esto, pero no me diste opciones —miro a Lucas y este me mira como un maestro orgulloso de su alumno.
—Me estás dejando sin oxígeno —dice este intentando quitarme de encima.
—Oh, lo siento —me quito y este comienza a tomar aire.
—Para tan poco tiempo, aprendiste rápido —dice tocándose el cuello.
—Lucas me dio un entrenamiento duro y efectivo.
—¿Por qué quisiste aprender esto? Sabes que no lo necesitas. Yo siempre te protegeré.
—Lo sé, pero no quiero ser siempre una carga para ustedes. Quiero aprender a defenderme,