ALESSANDRO RIZZO
Valeria seguía en observación. El médico me informó que la habían drogado, pero que en unas horas ya estaría bien.
—Debes calmarte —dice Lucas, colocando la mano sobre mi hombro.
—¿Calmarme? —pregunto incrédulo—. ¡Me acabo de enterar de que MI ESPOSA SE ACOSTÓ CON OTRO! —En ese momento, Lucas no supo qué más decir. Él sabía que Valeria había cometido traición, y sí o sí, me las va a pagar.
Vemos cómo el doctor sale de la sala de observación, así que voy hasta donde está.
—Señor Rizzo, le informo que la señora Rizzo se encuentra fuera de peligro. Le dieron una droga fuerte, pero poco a poco va despertando.
—¿Le pueden practicar la prueba de embarazo?
—Tenemos que esperar entre 6 a 8 días para poder realizarla en sangre.
—¡Mierda! Es mucho tiempo para mí...
—Está bien. Gracias, doctor.
—¿Desea verla?
—No —sabía que si la veía, la iba a matar—. Luego entraré —el doctor asiente y se va—. No voy a tener vida estos días.
—Tengamos fe en que no quedó embarazada de ese infeli