VALERIA RIZZO
Me despierto con un dolor punzante en la cabeza. No pegué un ojo en toda la noche... ¿cómo podría, escuchando los asquerosos gemidos de esa mujer? Tenía mil pensamientos atormentándome, pero uno brillaba con furia: matar a Alessandro.
Me levanto, decido darme un baño. Necesito salir de esta habitación antes de perder la cordura. No me importa si me regañan. Estoy al límite.
—Buenos días —escucho la voz de Lucas mientras sostiene una taza de café—. ¿Quieres?
—Gracias —respondo con un suspiro. Me entrega la taza, y al primer sorbo, una sensación cálida me alivia apenas—. Mmm... está delicioso.
—¿Sí? ¿Quedó bien?
—Muy rico —asiento. Él me hace una seña para que me siente junto a él.
—Sé que no somos tan cercanos y no quiero ser injusto. Pero necesito saber, ¿por qué terminaste con Novikov?
Lo miro, tratando de controlar esa tormenta que tengo dentro.
—Cuando llegué, el hijo de Novikov estaba completamente desquiciado. Tenía cambios de humor, era amable por momentos, y luego