ALESSANDRO RIZZO
Me levanto con un fuerte dolor de cabeza. Creo que ayer me pasé con los tragos, pero es que, luego de todo lo que pasó y la forma en que Valeria se comportó conmigo, era imposible no buscar alguna escapatoria. Amaba a esa mujer con todo mi ser, pero verla actuar así, tratándome de traidor, hizo que algo dentro de mí se rompiera. Ella no confiaba en mí, y en esto debemos ser un equipo, confiar plenamente el uno en el otro. ¡Joder! Somos un matrimonio, no enemigos.
Sé que empezamos mal y en muchas ocasiones me ha rondado la cabeza hacer las cosas diferente, pero Valeria me saca de mis casillas o logra darme en el punto que más me duele.
—¡Señor! —uno de mis hombres entra bastante alterado.
—¿Qué ocurre?
—La señora Rizzo salió con el Ferrari sin ninguna protección. —¡Mierda! Esa mujer me va a escuchar.
—¿Ya la localizaron?
—Creo que va en camino a la casa de Paz. —¡LA MATO!
Salgo con la misma ropa con la que llegué anoche. Lucas ya estaba cambiado, así que nos montamos e