VALERIA RIZZO
No... no. Esto tiene que ser una pesadilla. Mi pase estaba tirado en el suelo, con dos tiros en el pecho.
—¡No! —corro hacia donde está mi padre, pero Alessandro me sujeta—. ¡Suéltame!
—Tenemos que irnos o nos matarán.
—¡Es mi padre! —intento zafarme, pero no me deja. Todo se vuelve un caos. Los disparos comienzan a sonar y, a lo lejos, veo a Novikov con el arma que le disparó a mi padre—. ¡¡MALDITO INFELIZ!!
Le doy un golpe en la entrepierna a Alessandro, quien se dobla del dolor y me suelta de inmediato. Sin pensarlo, corro hacia donde está esa basura, pero un fuerte golpe en la cabeza me hace caer, dejándome inconsciente.
—Joder, Lucas, lleva horas inconsciente —escucho la voz de Alessandro. ¿Por qué no puedo abrir los ojos?
—No pensé que le fuera a dar tan duro. No tenía otra forma de detenerla, estaba descontrolada.
—No sé cómo voy a decirle... —¿Decirme qué? Esperen... Papá.
Abro los ojos de golpe, asustando a ambos hombres que están en la habitación.
—¿Dónde está