Bianca
Me encontraba sentada en la gran mesa de la sala de reuniones, los ojos de todos los miembros de la mafia sobre mí. La presión era palpable, como una niebla densa que no podía disiparse. Al principio, me había costado imaginarme en este lugar, al frente de todo lo que había sido mi vida desde que nací. Pero ahora, algo en mí había cambiado. Lo que antes era solo una responsabilidad que me era impuesta, ahora se sentía como un poder que comenzaba a asimilar. Aunque, como siempre, no podía librarme de esa sensación de vulnerabilidad que se había instalado en mi pecho.
No todos los miembros de la familia Moretti me veían con buenos ojos. Había quienes esperaban que tropezara, que mostrara alguna debilidad, algo que los hiciera ver que la hija del capo no estaba lista para tomar su lugar. No era el tipo de cosas que me molestaran, pero saber que el apoyo no era unánime solo me hacía más fuerte. Sin embargo, el peso de las dudas, de los enemigos cercanos y lejanos, seguía siendo una constante.
"Bianca, tenemos que hablar sobre el último movimiento de los Savino", dijo uno de los hombres, su voz grave y calculadora. Los Savino, una facción rival, no se conformaban con las negociaciones. Querían sangre, y me la habían declarado. Cada palabra que salía de su boca me traía más presión, más intriga sobre qué tan lejos llegarían para ponerme a prueba.
Intenté mantenerme calmada, aunque por dentro una tormenta se desataba. No podía mostrarme débil. No ahora. Mi mirada recorrió la mesa, evaluando las caras conocidas que me rodeaban. Ellos esperaban respuestas, y sabía que la más mínima vacilación sería vista como una invitación al ataque.
"Lo haremos según lo planeado", respondí con firmeza, sorprendida incluso de mí misma por lo decidida que sonaba mi voz. "No hay espacio para dudas. O ganamos o no hay familia Moretti."
Los murmullos cesaron, pero en sus ojos brillaba algo más. No era admiración, era prueba. La prueba de que no podría permitirme ningún error.
Me levanté, caminando por la sala con la seguridad que el cargo requería, pero en mi interior, la preocupación seguía creciendo. La sensación de que no podía confiar plenamente en todos los que me rodeaban, ni siquiera en algunos de los míos, era cada vez más palpable. La política, la lealtad y la familia se volvían cada vez más difusas. La lucha por mantener mi posición se hacía más feroz, y mis pensamientos se dirigieron, inevitablemente, hacia Luca.
A pesar de todo lo que estaba sucediendo, de los enemigos que acechaban y las traiciones que se gestaban, la única constante, la única presencia que no me hacía dudar, era él. Pero aún así, algo en mi interior se rebelaba contra la idea de ser vulnerable, de dejarme llevar por las emociones. Sabía lo que me pasaba cada vez que lo veía, cada vez que nuestras miradas se cruzaban. Mi cuerpo reaccionaba antes que mi mente. Sus ojos, su presencia, la forma en que me hacía sentir… siempre había sido un hombre de acción, un protector, pero últimamente su cercanía comenzaba a desbordar los límites de la lealtad y la atracción.
Al salir de la reunión, sentí su mirada. No era una simple observación. Era como si pudiera sentir cada uno de mis movimientos, cada pensamiento que no decía en voz alta. Luca se encontraba al final del pasillo, como una sombra silenciosa, esperando. Su presencia era tan contundente como un peso que te arrastra sin que puedas evitarlo.
"¿Cómo estás?", preguntó, sus palabras bajas, casi susurradas, pero llenas de una preocupación que no pude ignorar.
"Estoy bien", mentí, una sonrisa fría cubriendo mi rostro mientras me acercaba. "Solo lidiando con más problemas de los que esperaban."
"Lo sé", dijo, acercándose un poco más. "Los Savino no son algo de lo que podamos preocuparnos demasiado, pero lo que está pasando dentro de nuestra propia gente… eso sí es preocupante."
Sus palabras resonaron dentro de mí. Sabía que la situación dentro de mi propia familia era mucho más peligrosa de lo que él estaba dispuesto a admitir. Aún así, la manera en que Luca siempre parecía entender lo que pensaba, lo que sentía, sin que yo dijera una sola palabra, comenzaba a asustarme. Y, al mismo tiempo, me atraía con una fuerza que no podía controlar.
"No puedo confiar en todos", murmuré, casi para mí misma. Pero Luca me escuchó, como siempre lo hacía. Sus ojos no se apartaron de los míos, y algo en su mirada cambió. El espacio entre nosotros se redujo hasta el punto de que podía sentir su calor, su presencia tan cerca que era imposible ignorarla.
"Lo sé", dijo, sus palabras cargadas de una seguridad que solo él podía transmitir. "Pero tienes a alguien en quien sí puedes confiar. Y ese alguien haría lo que fuera por ti."
Un escalofrío recorrió mi espalda. No podía dejar que esas palabras me afectaran. Mi objetivo era el poder. Pero la proximidad de Luca, su cercanía, comenzaba a difuminar la línea entre lo que era personal y lo que no debía serlo.
En ese momento, todo cambió. El sonido de pasos apresurados nos interrumpió. Los hombres de la familia entraron de golpe en el pasillo, sus rostros marcados por la urgencia. Algo estaba sucediendo.
"La información es clara", dijo uno de ellos, sudando, con el rostro pálido. "Un intento de asesinato… dentro de la casa."
La tensión se disparó en el aire. En un instante, toda la calma que había mantenido se evaporó, reemplazada por la necesidad de acción. Alguien dentro de mi propia organización había intentado matarme. La traición estaba más cerca de lo que imaginaba.
Luca se movió rápido, sus manos firmes en mis hombros mientras me empujaba detrás de él, como si quisiera protegerme de todo lo que estaba a punto de desatarse. "No te preocupes, Bianca", dijo con voz baja, casi como un susurro. "Te tengo."
El ataque fue brutal. En cuestión de segundos, las luces se apagaron, las puertas se rompieron, y la casa se convirtió en un campo de batalla. Mientras los hombres de mi familia intentaban contener la situación, Luca estaba a mi lado, enfrentándose a la amenaza con una destreza que solo él podía tener. Cada movimiento suyo me dejó sin aliento, y aunque sabía que debía mantener la calma, mi corazón latía desbocado, no solo por el peligro, sino por la proximidad de Luca.
Cuando todo terminó, la calma volvió. La puerta rota, los cuerpos caídos, las sillas volteadas… pero lo que más me inquietaba era la mirada que Luca me dio. Un suspiro contenido, un roce de sus dedos en mi brazo. Todo eso me dejó con más preguntas que respuestas.
"¿Quién estuvo detrás de esto?" pregunté, mi voz tensa, aunque lo único que podía pensar era en él, en cómo sus ojos me observaban con una intensidad que me desbordaba.
Luca no respondió de inmediato. En cambio, su expresión era una mezcla de cautela y algo más, algo que no podía descifrar.
"Lo averiguaremos", dijo finalmente. "Pero por ahora, lo único importante es que estás a salvo."
A pesar de sus palabras, mi mente no podía dejar de preguntarse: ¿estaba Luca protegiéndome solo por lealtad? O había algo más en su mirada, algo que me decía que había más en juego entre nosotros de lo que estaba dispuesta a admitir.
Y así, mientras observaba a Luca alejarse, algo dentro de mí se rompió. No sabía si estaba perdiendo el control de mi imperio o de mi corazón. Pero algo me decía que la línea entre ambos comenzaba a desdibujarse. Y esa, tal vez, era la mayor amenaza de todas.