Bianca
Siempre creí que el poder se ganaba con sangre y esfuerzo, pero jamás imaginé que una vez sentada en el trono de la familia Moretti, ese poder sería tan frágil. La última voluntad de mi padre no se ha cumplido del todo, no mientras todos sigan viéndome como la hija del hombre que murió, no como la mujer que ahora lleva su apellido, su legado, su imperio. Pero aquí estoy, en este gran despacho oscuro, rodeada de recuerdos que no me pertenecen, sin más opción que aceptar lo que me ha sido impuesto. O lo tomo, o me deshacen.
La mesa de roble frente a mí es como una frontera, un recordatorio de lo que ya no tengo, pero que debo proteger. Me encuentro sola, con una multitud de voces en mi cabeza. Mi padre siempre dijo que el poder debía saberse controlar, que nunca podrías depender de los hombres a tu alrededor. Y ahora, lo comprendo a la perfección. No puedo confiar en ellos. No más. Ni siquiera en los que hoy están aquí, en esta misma habitación.
Los hombres que se encuentran reunidos a mi alrededor no me miran como una líder, sino como una niña que intenta ocupar un puesto para el que, según ellos, no está preparada. Mi presencia no es suficiente. La prueba de que soy capaz no está en mi rostro, ni en las palabras vacías que repito una y otra vez. La única forma de ganar su respeto es demostrando que soy más peligrosa que ellos, que soy capaz de hacer lo que sea necesario.
Afuera, la lluvia azota con furia, el sonido de las gotas golpeando los cristales amplificando la tensión en el aire. Siento sus ojos, cada uno de esos hombres queriendo derribarme, esperando que me equivoque para poder saltar como hienas. Pero en lugar de vacilar, los enfrento con una calma que apenas reconozco. Mis manos descansan sobre la mesa, y cuando hablo, mi voz no tiembla.
“Soy la nueva líder de esta familia, y voy a demostrarles que el hecho de que sea mujer no me hace menos capaz que cualquiera de ustedes”, pronuncio, sin apartar la mirada de ninguno de ellos.
Puedo ver cómo algunos de ellos se miran entre sí, el desdén en sus rostros claro. Algunos piensan que no soy más que una niña que hereda un imperio que no sabe manejar. Otros dudan, como si no pudieran creer que una mujer sea la próxima en tomar las riendas de la familia Moretti.
Mi respiración se vuelve más profunda cuando uno de ellos, el hombre que más respeto le tenía a mi padre, se levanta de su silla. Su figura es imponente, su postura erguida, pero sus ojos destilan una amenaza que me hace sentir pequeña, vulnerable, aunque intento no mostrarlo.
“¿Y qué vas a hacer, Bianca? ¿Demostrar tu poder con palabras? ¿O tal vez con el mismo veneno que tu padre usaba para mantenerse en el poder?” Su voz raspa, como un filo afilado. La tensión se palpa en el aire, y yo, por supuesto, no me dejo intimidar.
"No necesito recurrir a los mismos métodos. He aprendido bien cómo juega este juego, y soy más que capaz de hacer lo que sea necesario", le respondo, aunque no puedo evitar que mi tono suene más desafiante de lo que planeé. En algún rincón oscuro de mi ser, ese sentimiento de poder empieza a surgir con más fuerza.
Los murmullos comienzan a aumentar, los ecos de dudas sobre mi capacidad retumban. Pero no me detengo. Este es mi momento, y voy a aprovecharlo.
De repente, la puerta se abre de golpe, interrumpiendo la calma tensa en la sala. Un hombre que no había visto antes entra, uno de los muchos que forman parte de los negocios familiares, pero que se mantiene fuera de las decisiones estratégicas. Los murmullos aumentan mientras se acerca a mí, su rostro inexpresivo.
"Un atentado. Hay un intento en tu contra, Bianca", dice en voz baja, casi como si fuera una condena.
Mis ojos se amplían, pero no muestro sorpresa. He estado esperando algo así desde que mi padre murió. La traición no viene de afuera, sino de adentro. El miedo me recorre, pero solo por un segundo. Algo en mi interior se enciende, y mi mente comienza a trabajar rápidamente.
"¿Dónde?", pregunto, mi voz firme y clara.
"En el patio trasero. Están esperándote", responde, y veo cómo la preocupación en sus ojos se transforma en algo más. Tal vez también sabe lo que esto significa. Si algo me pasa a mí, la familia se desmorona. Y no lo voy a permitir.
En el instante en que me levanto, escucho el ruido de pasos apresurados, seguido de un disparo que perfora el aire, dejándome sin aliento. Los hombres a mi alrededor saltan a cubierto, pero yo no me muevo. En vez de eso, lo único que hago es darme vuelta y caminar hacia la puerta con una determinación que no había sentido antes.
Al salir, el sonido de los disparos y las voces acalladas por el caos son lo único que me rodea. El patio trasero está envuelto en una oscuridad mortal, pero con cada paso que doy, mi confianza crece. No soy una niña asustada. No más.
A medida que me acerco al punto de origen, mi mente se enfoca en cada detalle: los hombres ocultos en las sombras, la dirección de los disparos, la calma que precede a la tormenta. Me encuentro cara a cara con el traidor, un hombre de mi círculo cercano, quien me mira con una sonrisa torcida. Antes de que pueda hacer algo, un grito se alza, y una mano fuerte me agarra por la cintura, empujándome hacia un lugar seguro.
Me giro en un parpadeo, sorprendida, y allí está: Luca. Su rostro está cubierto de sudor, pero sus ojos están completamente enfocados en mí, en protegerme. Antes de que pueda decir algo, me empuja detrás de un muro, apartándome de la vista de los demás.
“¿Qué estás haciendo aquí?” le susurro, pero mi voz está cargada de un sentimiento que no quiero admitir.
"Protegiéndote, Bianca. Siempre lo he hecho", responde, pero en su mirada hay algo más. Algo que no puedo ignorar. Hay una conexión allí, algo que nunca se ha dicho, pero que siempre ha estado entre nosotros.
Mis pensamientos se nublan con esa revelación. Él me ha protegido desde las sombras, pero ¿por qué no me lo había dicho antes? Un segundo más, y la realidad se impone con el sonido de más disparos.
El conflicto en mis entrañas crece. Él está mucho más cerca de lo que pensaba. Y sus sentimientos, esos que ocultaba tan bien, me están dejando vulnerada de maneras que no puedo controlar.
Cuando todo termina, con los traidores neutralizados, mi mente no deja de dar vueltas. Todo está en su lugar, pero la pregunta sigue resonando en mi cabeza: ¿Hasta dónde llegará Luca para protegerme?