Luca
Nunca pensé que este día llegaría. Es extraño cómo el destino puede cambiar con una sola decisión, un solo paso en falso. Años de lealtad, de juramentos de protegerla, de poner mi vida por encima de la suya... todo eso se ha vuelto nada más que una sombra cuando la miro ahora, ocupando el lugar que antes le pertenecía a Gianni. Bianca Moretti, la mujer que siempre he protegido, ahora es la cabeza de la familia. Pero no es solo eso.
Es algo mucho más peligroso. Algo mucho más personal.
Cuando me uní a esta familia, mi juramento era claro: proteger a Bianca. No me importaba que fuera la hija de Don Moretti o que sus ojos fueran la razón por la que mi corazón latía más rápido de lo que debería. Mi lealtad estaba con la familia, y mi deber era estar a su lado, a su servicio. Pero ahora, todo lo que alguna vez creí que era sencillo se ha complicado. Ahora, estoy atrapado entre dos lealtades. Una a la familia, y la otra... hacia ella.
La Bianca que conocía ya no está. La mujer que alguna vez fue dulce y vulnerable ahora es una líder feroz, dispuesta a hacer todo lo que sea necesario para proteger lo que le pertenece. Y aunque reconozco su fortaleza, no puedo evitar preguntarme si ella se ha perdido en el proceso. Si el poder, el odio, la venganza... todo eso ha invadido su corazón, volviéndola una mujer distinta.
Pero, ¿y yo? ¿Qué he hecho?
Cada vez que la veo, lucho contra la corriente de deseos que aún no he logrado ahogar. A veces me encuentro observándola demasiado, como si su mirada pudiera devolverme a un tiempo en el que no era el guardaespaldas silencioso, sino un hombre que podía soñar con un futuro que no involucrara un destino lleno de sangre. Pero esos sueños se desvanecen cuando ella me dirige una mirada fría, o peor aún, cuando no me mira en absoluto. Ella nunca sabrá lo que realmente siento por ella. Y en este mundo, no hay espacio para tales debilidades.
Hoy es uno de esos días en los que la duda me consume. El caos de la muerte de Gianni aún está fresco, y las tensiones dentro de la familia crecen con cada hora que pasa. Bianca ya no es solo la mujer que solía ser. Ahora, es la Reina de la Mafia, y yo... yo soy el hombre que la vigila, el hombre que la sigue a donde sea que ella vaya.
Las órdenes llegan tarde en la noche, como siempre. La voz de mi superior, uno de los hombres más cercanos a la familia, me arrastra de mis pensamientos. "Luca, tenemos información de un ataque inminente. Bianca debe ser protegida. Llévala a un lugar seguro. Cueste lo que cueste."
Esas son las órdenes. Y las cumplo. Es mi trabajo. Me muevo rápidamente a través de la mansión, buscando a Bianca. La encuentro en su oficina, donde está sentada detrás de su escritorio, sumida en papeles y pensamientos. La luz suave de la lámpara ilumina su rostro, dándole una apariencia fría y distante. La mujer que una vez conocí está allí, pero también es un rostro que ya no reconozco del todo.
"Bianca", digo con firmeza, entrando en la sala. "Necesito que me sigas. Hay un peligro inminente, y debo llevarte a un lugar seguro."
Levanta la vista hacia mí, sus ojos oscuros y afilados, evaluándome con una intensidad que me hace retroceder, aunque me esfuerzo por no mostrarlo. "¿Otro ataque, Luca?" Su voz es baja, tranquila, pero hay una tensión palpable en el aire. "¿O tal vez es otro juego de poder dentro de la familia?"
Es entonces cuando veo lo que me preocupa. La desconfianza en sus palabras. Bianca ya no confía en nadie. No en mí, ni en nadie dentro de esta familia. Y, con razón.
"Bianca, te estoy pidiendo que confíes en mí. Esto no es un juego", respondo, acercándome un paso más. "Lo que sea que esté sucediendo, lo enfrentaremos juntos. Pero ahora mismo, debemos salir de aquí."
Ella se pone de pie, su postura tan desafiante como siempre, pero puedo ver que hay algo más en sus ojos. Algo que no puedo entender. "Y si no es lo que parece, Luca. ¿Qué harás entonces? ¿Me protegerás de los hombres de esta familia, incluso cuando soy yo quien tiene que tomar el control?"
Mis dedos se tensan, y por un segundo, tengo ganas de tomarla por los brazos y sacudirla para que entienda la gravedad de la situación. Pero sé que no puedo. No con ella. No ahora que su poder la ha cambiado.
A pesar de eso, no puedo ignorar el ardor en mi pecho. ¿Cómo puede alguien cambiar tanto? ¿Cómo puede alguien convertirse en algo que no puede reconocer, ni siquiera por mí? La Bianca que alguna vez cuidé ya no es la misma, y lo peor de todo es que me temo que ni ella misma lo sabe.
“Vamos”, le digo de nuevo, con más urgencia esta vez. “No podemos perder tiempo.”
Ella asiente con una leve inclinación de cabeza, y yo la sigo mientras camina hacia la salida. Me cuesta no mirar su figura, no dejar que la atracción me nuble la mente. Cada paso que damos en silencio es una agonía para mi corazón. Siento la presión de ser el protector, el guardaespaldas, pero también siento el peso de un amor no correspondido, de un deseo reprimido que no puedo permitir que salga a la luz. No puedo perder el control ahora. No puedo.
De repente, me llega una llamada, y cuando veo el nombre en la pantalla, una punzada de desconfianza atraviesa mi pecho. Es uno de los aliados más cercanos de la familia, Alessandro. Respondo, y su voz llega con un tono inquietante.
"Luca, tenemos un problema. Bianca está siendo seguida por alguien dentro de la familia. No es un ataque externo. Alguien está saboteando desde adentro."
Mis dedos se aprietan alrededor del teléfono, el peligro inminente ahora no solo viene de fuera, sino también desde el corazón de la familia que prometí proteger. Algo dentro de mí se quiebra. Hay algo mucho más oscuro en juego, y me temo que ni Bianca ni yo estamos preparados para lo que viene.
Mis pasos se aceleran, pero el miedo se ha instalado en mi pecho. La traición ya está aquí, y no tengo idea de quién está detrás de ella. Cada decisión que tome en los próximos días definirá mi lealtad, no solo hacia la familia, sino hacia ella.
Bianca se detiene frente a la puerta, volviéndose hacia mí con una mirada desafiante. “¿Quién está detrás de esto, Luca?”
El eco de su voz resuena en mi mente mientras trato de encontrar una respuesta. Pero la verdad es que no lo sé. Todo lo que sé es que las líneas entre protegerla y enfrentarla se están desdibujando cada vez más. No hay vuelta atrás.
Desde que aquella maldita noche cambió todo, no he podido dejar de pensar en ella. Bianca. Siempre fue la hija del líder, la promesa de la familia, pero ahora, con su padre muerto y Gianni enterrado bajo un mar de traiciones, ella se ha convertido en algo más. Una líder. La líder.
Mi juramento a su familia, a su padre, siempre fue claro: protegerla, a toda costa. Pero ese juramento ahora se me antoja un peso cada vez más insoportable. La misma Bianca que siempre fue distante y fuera de mi alcance, la misma mujer que, sin saberlo, ha estado en mis pensamientos de una forma en la que no debiera. Y ahora, liderando la mafia, se ha convertido en una fragilidad envuelta en poder, una paradoja que me desgarra.
Nunca se lo he dicho. No he sido capaz. El simple hecho de mirarla me consume más de lo que cualquier misión podría hacerlo. Pero el amor, como siempre, ha sido algo que no puedo permitirme. No soy el tipo de hombre que puede tener esos lujos, y menos con alguien como ella. Bianca Moretti no está hecha para ser tocada por hombres como yo, y mucho menos por el guardaespaldas que ha jurado velar por su seguridad, aunque también arde por protegerla de un modo que ni yo puedo entender completamente.
La llamada del jefe me ha sacado de mis pensamientos, y mi mente vuelve a la misión que tengo entre manos. Es otro de esos momentos en los que no hay tiempo para dudas. El enemigo sigue al acecho, los traidores que quedaban dentro de la familia aún no han sido identificados, y Bianca sigue siendo la diana perfecta. Las órdenes son claras: debo garantizar que esté a salvo. Pero algo en el aire esta vez es diferente. Algo en mí cambia cuando veo su rostro reflejado en la pantalla de mi móvil antes de partir.
Me repito a mí mismo que no debo permitir que mis sentimientos interfieran, pero la verdad es que no puedo evitarlo. Bianca es la razón por la que sigo en pie, el faro que me mantiene anclado a esta vida de sombras. Si algo le pasara, ¿qué quedaría de mí? ¿Un hombre vacío? No. No puedo permitir que eso ocurra.
El viento sopla en mi rostro mientras conduzco hacia el lugar donde se supone que estará. Cada segundo que pasa, mi mente se enciende. Cada pista parece llevarme a un lugar más oscuro dentro de la familia Moretti. No puedo confiar en nadie, ni siquiera en aquellos que juraron lealtad eterna. La incertidumbre me devora mientras conduzco más rápido, el motor rugiendo bajo mis manos. ¿Qué está pasando en este maldito imperio que nos hemos visto obligados a construir?
Cuando llego, encuentro a Bianca rodeada de sus hombres de confianza. Pero, algo no encaja. No puedo decir qué exactamente, pero hay algo en sus ojos, una calma tensa que me hace sospechar que no todo es tan sencillo como parece. Sus palabras fluyen con suavidad, pero la decisión en su voz es clara. Ella es la nueva jefa, y como tal, tiene que tomar decisiones que la deshumanizan, que la convierten en algo que no reconozco, pero que no puedo dejar de admirar.
Mis pasos la acercan. Nos miramos, esa mirada que habla más que mil palabras. Pero esta vez, hay algo más. Algo que no había estado allí antes. La tensión, el peligro, todo se mezcla de una forma que me estremece. Ni ella misma lo sabe, pero está cambiando frente a mis ojos. Su rostro es el mismo, pero sus ojos... esos ojos se han vuelto más fríos, más calculadores.
"¿Luca, qué pasa?", me pregunta, su voz baja, controlada. Algo en la forma en que lo dice me hace dudar por un segundo, pero rápidamente me recompongo. La misión es lo primero. Ella es lo primero, y todo lo demás queda en segundo plano.
"Tenemos que movernos. No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo", respondo, mi voz más áspera de lo habitual. Ni siquiera me reconozco a mí mismo.
De repente, la puerta de la sala se abre de golpe, y tres hombres entran sin previo aviso. Sus caras son familiares, pero la desconfianza me recorre la columna vertebral. Son parte de la familia, sí, pero algo en sus ojos me dice que no están aquí solo para dar órdenes. Ellos han venido a algo más. A cuestionar.
"¿Qué estás haciendo aquí?", uno de ellos pregunta a Bianca, con tono desafiante.
Ella se mantiene erguida, su mirada tan afilada como siempre. "Tomando el control", responde sin vacilar, desbordando una fuerza que jamás imaginé que podría poseer.
El hombre me lanza una mirada rápida antes de volver a Bianca, sus palabras un cuchillo afilado: "Eso aún no está decidido".
Mi cuerpo se tensa al instante. El silencio que se instala es pesado, un presagio de lo que está por venir. Mis dedos se aprietan alrededor de la empuñadura de mi pistola oculta. No puedo permitirme que esta situación se descontrole. No puedo permitir que le pase nada a Bianca.
Un segundo después, el ambiente se rompe con el sonido de un disparo. Pero no es uno que provenga de mi arma, sino de otro que nos observa desde las sombras. El caos estalla en el aire, y lo único que puedo hacer es proteger a Bianca, mi instinto tomando el control.
La violencia de la situación me hace cuestionar todo lo que he creído. Y mientras lucho, esquivo y me muevo con precisión, una parte de mí sigue luchando con la necesidad de hacerle frente a mi propia lealtad.
Cuando todo finalmente se calma, nos encontramos a solas. Yo, cubriendo a Bianca con mi propio cuerpo. Ella, con los ojos llenos de determinación, y una furia interna que no me deja respirar. Sé lo que piensa. Está empezando a darse cuenta de que la traición está mucho más cerca de lo que imaginaba.
"¿Qué vamos a hacer?", me pregunta, su voz baja, casi un susurro. Pero en su mirada, puedo ver el conflicto. La reina de la mafia está naciendo, y yo, el hombre que le juró protegerla, me encuentro atrapado entre el deber y los sentimientos que he tenido que ocultar tanto tiempo.
No sé qué nos deparará el futuro. Pero lo que sí sé es que la línea entre protegerla y estar con ella se está desdibujando. Y no puedo dejar de pensar que, al final, mi lealtad será puesta a prueba de una manera que jamás imaginé.