Temerosa, sola, desconsolada y golpeada por la vida, Minela Santomar toma un autobús sin rumbo fijo, tratando de escapar de un tormentoso pasado y sobre todo de los inescrupulosos y asesinos hermanos Kersakov, quienes no descansarán hasta encontrarla así tengan que buscar hasta debajo de las piedras hasta lograr completar su venganza por sus actos. Con documentos falsos y bajo el nombre de Mikeila Brumint, Minela llega al pequeño pueblo de Groundfield, donde conoce al apuesto y millonario Kolen Jarist. Este es uno de los empresarios más reconocidos de la nación. Quién queda prendado de su belleza, enamorándose de sus decorativas pecas y hermosas lunas azules. Una boda frustrada, una novia secuestrada y un novio con el corazón hecho pedazos. Vladlem Kersakov, logró su cometido al fin tiene en su poder a su gran obsesión y buscará que ella lo ame tanto como él piensa que la ama. Se valdrá de toda artimaña para conquistar un corazón que ya tiene dueño. ¿Minela y Kolen lograrán ser felices o simplemente ganará la obsesión de Vladlem?
Ler mais(MINELA)
—¡Última parada, pueblo Groundfield! —escucho al chofer gritar, saliendo de mis cavilaciones. Soy la única que queda en este autobús. Miro mi reloj que marca las once y cincuenta de la noche. De seguro el chofer ya está cansado y debe volver a su casa. Tomo mi mochila de mano, es la única pertenencia que traigo conmigo. Mis más preciadas pertenencias se quedaron en donde nunca voy a poder regresar. Camino sin rumbo, busco en mi pequeño bolso viajero la dirección del hotelillo que me dijo un hombre que estuvo sentado a mi lado en el autobús, este bajó algunas paradas antes, en un pueblo cercano llamado Groundgrild. Leo en el papelillo —123 carlie st. –Suspiro cansada, he viajado medio país para llegar aquí. La esperanza llega conmigo, tengo miedo, sí, pero sé que mientras mantenga un perfil bajo ellos no podrán encontrarme. Camino hasta encontrar la tienda de antigüedades que me comentó que encontraría de frente. Ahí doblo a mano izquierda encontrando la calle que este me ha mencionado en el papel. Me detengo frente a un edificio lujoso, sus cristales polarizados y su barras plateadas me dan una idea de que es una compañía muy poderosa. Jarist inc., niego triste al pensar si pudiera encontrar un trabajo allí, aunque sea de limpia pisos. No me importa de que sea el trabajo, solo necesito poder trabajar. El edificio tiene en su puerta el número 127, suspiro satisfecha porque estaba cerca de mi objetivo, poder separar una habitación para descansar. Mis ahorros aun me dan para al menos una semana si como me dijo el hombre la encuentro a un módico precio, de lo contrario aun dejando de comer solo me daría a algunos días. Llego a un edificio no tan lujoso, pero muy limpio, sus paredes color hueso, cuadros de paisajes y una recepción hecha en madera muy humilde, pero hermosa decorada con flores. —Buenas noches, ¿En qué le puedo ayudar? —pregunta la recepcionista del Groundfield motel. —Necesito una habitación. —contesto inmediatamente. La chica que mastica gomas de mascar con la boca abierta y haciendo burbujas con esta, me regala una cálida sonrisa y entrega una llave. —Son cuarenta y cinco lulares. —mira el reloj en la pared—. Tiene hasta las ocho de la mañana para marcharse, su habitación es la ciento dos. Sube las escaleras y camine dos puertas a la izquierda allí encontrara su habitación. —dice mientras saco el dinero para pagar. El hombre que me lo recomendó tenía razón es muy económico. Con ese costo puedo vivir dos semanas con mis ahorros. Asiento a todo lo que me dijo, no entendí ni papas, por lo rápido que hablo, pero subo las escaleras, que de todo lo que dijo fue lo único que entendí. Allí ya buscaré la habitación. Cuando al fin la encuentro, me quito los zapatos. Estaba loca por deshacerme de ellos. La habitación no es grande, pero para descansar es estupenda. El suelo esta alfombrado, tiene una cama grande y un televisor pequeño. Entro al baño y enciendo la ducha, la graduó para que salga el agua caliente. Enseguida los cristales del baño empiezan a empañarse. Me quito mi vestido de estampados de flores y entro a la ducha, suspiro aliviada y suelto mi cabello para lavarlo, este cae hasta mi cintura. Debo recortarlo con urgencia. Si quiero empezar una vida nueva, debo comenzar por un cambio completo. Cierro mis ojos, pero solo los recuerdos hacen acto de presencia. Mis lagrimas comienzan a bajar por mi rostro. Me sujeto de los barandales de impedido que hay en el baño. El dolor en mi pecho me aturde, dejar a mis seres queridos a miles de kilómetros de distancia duele, pero se los prometí y no puedo dar marcha atrás. Llegué aquí para comenzar una vida desde cero, sin recuerdos, ni pasados. Hacer una vida lejos de todo lo que una vez me hizo mal y eso haré. Me terminé de bañar y salgo con una toalla cubriendo mi cuerpo y la otra secando mi cabello. Llego hasta la cama, me quito la toalla y la tiendo en la silla disponiéndome a descansar, cierro mis ojos para entregarme a los brazos de Morfeo, con la esperanza de poder dormir, pero la pesadilla vuelve a mí. —Minela tienes que irte. Tienes que alejarte de aquí. ¡Ya! —ordena y niego una y otra vez. Mis mirada cristalizada miraba toda la escena con horror. —Pero… —miro mis manos teñidas del color carmesí de la sangre que cubre al hombre frente a mí—. No puedo dejarte aquí. —hipeo tratando de aguantar los sollozos. —Tienes que hacerlo, por ti, por mí, por todos los que te queremos. —Miro hacia todos lados—. No lo pienses, busca tus ahorros, algo de ropa y sal de aquí ahora. Toma el primer autobús que encuentres y no mires atrás. Si es preciso cruza fronteras, pero por ningún motivo llames, no uses tus tarjetas, ni tu pasaporte. —asiento aturdida mientras lo veo caminar hasta la salida hasta donde fue a su oficina y volvió con un pasaporte falso—. Toma, úsalos para sacar una identificación en el lugar al que decidas comenzar, al pasaporte solo tienes que añadirle la foto. —leo los documentos. Mikaela Brumint, 23 años, Color de ojos: azul cielo, Piel: Blanca, Cabello: Rojo. Origen: Bulgaria. —Ahora ve por tus cosas y que Dios reparta suerte. —lo abrazo fuerte, no quiero irme y dejarlo solo, no quiero irme sabiendo que puede ser carnada de esos malditos hombres. Despierto agitada cuando escucho que tocan la puerta de la habitación. Tomo mi reloj que esta sobre la mesa. Las siete y cuarenta. Maldigo por lo bajo, estoy desnuda así que grito que voy. Me pongo lo primero que encuentro en mi bulto, otro de mis vestidos de verano y me lo pongo rápido, abro la puerta encontrando a una mujer mayor con una hermosa sonrisa acogedora y cálida. —Señorita, en diez minutos tenemos desayuno, solo serían cinco lulares más. —Sonrío y asiento. Se ve una señora encantadora. —Ya bajo, muchas gracias por avisarme. —cierro la puerta para terminar de arreglarme, voy a dejar mi ropa aquí, voy a ver si puedo rentar la habitación por una semana, si en ese tiempo no consigo trabajo voy me muevo a otro pueblo para probar suerte. Me pongo mis zapatos, lavo mi boca y bajo al comedor, pero antes paso por recepción encontrando a la misma señora que me despertó. —Hola, soy Min… Mikeila Brumint, me gustaría rentar la habitación que estoy ocupando por una semana completa. —La señora sonríe viendo que puede hacer en el computador. —Solo puedo por cinco días, el próximo fin de semana hay festival y las habitaciones ya están separadas. —Asiento, es tiempo suficiente para saber si me establezco aquí o sigo mi camino. —Por mi perfecto. —la señora teclea algo en la computadora y me vuelve a mirar—. Son doscientos veinticinco, se supone que te cobre el doble, pero como en la semana es muy lento no voy a hacer eso contigo, se ve que eres una buena mujer y no traerás problemas a mi motel. —dice la señora dejándome saber que ella es la dueña. —Muchas gracias por su confianza, ahora voy a pasar por el comedor para tomar mi desayuno y salir a conocer el pueblo. —le regalo mi mejor sonrisa. Estoy más tranquila sabiendo que tengo un lugar seguro a donde llegar en lo que consigo un trabajo. —Oh por supuesto, mi nombre es Martha, soy la dueña y cocinera de este pequeño refugio nocturno. —le ofrezco mi mano para sellar nuestra presentación. —Es un placer Martha. —me despido y voy directamente al comedor donde veo a dos chicas como de mi edad sirviendo la comida. Había un pequeño buffet con la comida típica del lugar. Miro todo, se ve delicioso, mi estomago reclama alimento ya que lleva más de dieciséis horas sin probar bocado. Al fin, me decidí por algo normal para mi paladar, un café con huevos revueltos no quería experimentar y que luego no me gustara, no soy de comer mucho, con lo que me sirvieron tengo para todo el día. Lo pedí para llevar, así guardo para la noche, por eso de que no puedo estar despilfarrando mi dinero. Es domingo y no es que haya mucho que hacer, me di un refrescante baño y salí para conocer la ciudad. Esta todo abierto, parques, cafeterías, y tiendas de ropa. Me quedo mirando un vestido hermoso, negro de encajes y un escote hermoso en V. Estoy consciente que no puedo aspirar a ese tipo de vestido, son muy costosos y en mi situación no podré comprar nada de ropa hasta dentro de muchos meses. Eso sería en caso de que encuentre un trabajo y no me encuentran primero, suspiro cansada. Si me encuentran si no voy a tener que volver a huir y esta vez si Dios me debe acompañar porque los ahorros no me duraran toda la vida. Camino por el parque viendo algunos niños correr y jugar. Todo es tan diferente aquí, tan bonito. Estoy tan absorta en mis pensamiento que no me doy cuenta de que ya no estaba en el parque si no frente al enorme edificio que vi cuando llegué al pueblo. Me quedo mirando con la ilusión de poder trabajar allí, cuando de pronto tropiezo con un cuerpo. Sus brazos me toman de la cintura y mi cuerpo tiembla por completo. No me atrevo a levantar mi rostro, mi corazón comienza a latir fuerte. No puede ser él, ya no está, él no existe. Minela reacciona, él ya no puede maltratarte. —escucho que me dice mi conciencia y le hago caso, el ya no me puede dañar. Me volteo sin levantar mi mirada, lo primero que veo son sus zapatos lustrosos, su pantalón de vestir color gris. ¿Quién se pone un pantalón de vestir un domingo? —me pregunto. Subo poco a poco la mirada hasta su camisa y su saco. Sigo mi camino con mi mirada y es entonces que me encuentro con unos hermosos ojos café, que me miran interrogantes. — ¿Quién eres? —su voz. Su m*****a voz me hizo estremecer completa. No me gustó sentirme tan vulnerable. Respiro profundo reprendiéndome mentalmente. Aunque su mirada es limpia y cautivadora, su sonrisa es una de esas que te hacen estremecer, no puedo confiar en ningún hombre. No después de haber vivido todo lo que viví hace algunas semanas atrás. Nunca podre pensar en nadie de forma amorosa o para una relación. Estoy manchada por la marca del pecado. < > una palabra totalmente prohibida para una mujer como yo, soy de esas mujeres que estamos marcadas por el destino para nunca encontrar la felicidad y mucho menos el amor. Mujeres a las que no se nos permite soñar con un príncipe que dé la vida por nosotras. Por segundos no supe que decir, mi razón me abandonó en ese momento. Se me ha hecho tan difícil acostumbrarme a la idea de mi nuevo nombre, de mi nueva identidad y vida lejos de todo lo que conozco. —Mi … Min… —cierro mis ojos tratando de ordenar mis pensamientos— Mikeila, Mikeila Brumint. —al fin digo sintiéndome una tonta. Este me extiende su mano como todo un caballero. —Kolen, Kolen Jarist. —dice y tomo su mano con temor para devolver el saludo—, nunca te había visto por aquí. —Soy nueva, llegue anoche a este hermoso pueblo. —contesto algo más relajada, se ve que es un persona accesible y directa, como todos los que he conocido desde que llegue. —Que bien, ¿Piensas quedarte o solo vienes por el próximo carnaval? —pregunta y me sorprendo con la pregunta. —Si encuentro trabajo me quedo, si no tengo suerte, pues iré a otro pueblo a intentarlo. —contesto a su pregunta. —Estoy de suerte entonces —lo miro frunciendo mi ceño. Mi asistente personal tuvo su ultimo día el viernes, quedó embarazada y su embarazo de alto riesgo. Su esposo que también trabaja conmigo me pidió que le diera una licencia por los nueve meses de gestación. —me sorprendo es muy expresivo, para ser un jefe—. ¿Puedes empezar mañana mismo? Si asi lo deseas. —Asiento sin pensármelo mucho. ¿Cómo no voy a aceptarlo si es lo que necesito? Un trabajo, una manera de sobrevivir. —Por supuesto que sí, muchas gracias, señor Jarist. —este niega, lo miro extrañada. No puede ser que ya metí la pata. —Mis empleados me dicen Kolen —me indica guiñándome un ojo y sonrío algo tímida. Definitivamente estoy de suerte, no llevo veinticuatro horas y ya tengo trabajo. —Ahora, la dejo, voy a recoger algunos documentos. Nos vemos mañana, pase donde Hiram Flory para que firme el contrato con la empresa y explique sus deberes. —Muchas gracias. —este se aleja entrando al edificio. Voy saltando de la emoción, al fin encuentro un trabajo. Espero que no vea lo loca que estoy y si pueda empezar mañana mismo. Llego al motelillo donde separé mi habitación muy feliz, subí hasta dónde estaban mis pertenecías. Busco lo mejor que tengo para comenzar mi semana con el pie derecho. Depende de lo que me digan mañana voy y me compro algo de ropa adecuada para comenzar a trabajar en ese lujoso edificio. No quepo de la felicidad. Hace mucho no sé lo que es sentirme tan feliz, tan viva. Organice todo y mire mis huevos revueltos, no tengo hambre, de seguro están echados a perder. Mejor no como nada y me acuesto para llegar descansada.Mikeila Jarist18 años después-Estoy emocionada. – grito tomando las manos de mi mejor amiga Estillie-. No sabes cuanto soñé con este momento. -Lo sé Miki, hemos luchado por entrar a esta prestigiosa universidad. También estoy emocionada, aunque no tengamos las mismas clases. -suspiro triste es la primera vez que nos vamos a separar. Desde siempre hemos sido muy unidas y eso que ella quiera estudiar para fisiatra y yo economía nos va a separar momentáneamente, porque de seguro encontraremos el tiempo suficiente para juntas como siempre.-Tranquila, lo importante es que vamos a compartir habitación. No estaremos del todo tan lejos. -esta asiente y me abraza fuerte. Escuchamos la puerta de mi habitación. -Chicas, ¿Ya están lista? -escuchamos la voz de mi madre a fuera. Ella siempre nos ha regalado nuestro espacio para que seamos cómplices. Mi madre es la mejor del mundo y mi padre es la luz de mis ojos. Mi hermanito es más apegado a mi mamá, mientras yo a mi papá. -Sí mami, ya bajam
BustrelAun no puedo creer lo que escuche de los labios de Jaclob, por amor a los dioses. ¿Cómo se le ocurre traicionarnos? Lo veo cerra los ojos y sé que me está dando la autorización de hacer lo que planeo. Quito el seguro de mi arma y disparando con precisión atravieso su cráneo viendo como la sangre salpica por todo la habitación. Dos lágrimas bajan por mis mejillas. Dos muertos una misma noche. La zorra y a quien había considerado mi hermano hasta este momento, pero su traición a Vladlem me hizo entender que él nunca será uno de nosotros. — ¿Qué demonios hiciste? —escucho a Samantha a mi espalda. —Ordena que limpien todo. —doy media vuelta—. Eso es para que veas que no me toco el corazón con los traidores. —escupo antes de irme dejándola allí parada viendo el cuerpo de Jaclob. Camino decidido a buscar un buen abogado para que saque a mi hermano. En la organización hay dos, pero los muy idiotas también fueron apresados. Mi hermano no puede estar más tiempo allí. Cuando al fin c
KolenProbar sus labios nuevamente era alucinante. Me siento completo con ella a mi lado. Mi lengua juega con la suya. Suelta un gemido placentero cuando mis labios comienzan a bajar por su cuello. La deseo, sé que no es el momento de poseerla, pero su olor, su piel y sus gemidos me exigen que no pare. Me detengo para enfrentar la mirada lujuriosa de mi mujer. —Hazme el amor, Kolen, necesito sentirte, que mi piel huela a ti. —me pide y asiento satisfecho. Claro que la voy a hacer mía. No sé qué ha pasado en mi ausencia y no preguntaré, no quiero saber nada de lo que ha pasado este tiempo lejos de mí. —Eres mi dueña, eres la mujer que necesito para poder respirar. —vuelvo a poseer sus labios como un poseso. No entiendo como pude vivir tanto tiempo sin ella. Minela es mi todo, no me importa ya nada más que sentirme dentro de ella regalándole los más deliciosos orgasmos. Bajo con mis besos por todo su cuerpo, acuno entre mis manos sus pechos que poco a poco quedaban desnudos al bajar
VladlemMiro mi reloj, ya han pasado más de cinco minutos y mi mujer no sale del tocador de damas. Observo si hay algún movimiento extraño, pero no veo nada. Voy a ir a buscarla tanta tranquilidad no me gusta. En el momento que me voy acercando la veo salir. —Minela —digo acercándome para tomar su rostro entre mis manos. Esta me regala una media sonrisa—. ¿Estas bien? —ella asiente. —Sí, Vladlem estoy bien, solo deseo que se acabe esto ya para volver a casa. —dice y siento su voz triste, no me gusta verla así, quiero que sonría todo el tiempo a mi lado.—Tengo que cerrar unos negocios que me surgieron de momento, cuando lo haga nos iremos, amor. – digo acariciando sus labios con mis pulgares. —Claro, si deseas puedo ir a sentarme por ese lado. —señala una mesa vacía y asiento conforme. Es la mejor opción, así nadie la mira con lujuria como hace unos minutos. Mi mujer es hermosa y no me gusta la idea de que otros la estén deseando. La llevo hasta donde me pidió y vuelvo a la convers
KolenMi corazón está ansioso, sé por Jaclob que Minela acaba de llegar a la mansión. Me contó que esta tuvo un accidente y no recuerda nada de su pasado. El maldito la tiene convencida de que ella se casó con el amándolo y que nuestro bebe es suyo. Producto de su amor. De solo pensar que la ha tocado con lujuria me dan ganas de matarlo. Ese maldito ha manipulado todo para que mi mujer lo acepte, pero eso se acabó, en cuanto Jaclob me diga el próximo paso, yo llegaré y le hare recordar a mi hermosa flor que ella es mía, que nadie la ama más de lo que lo hago yo. Al menos sé que el infeliz no atentó contra mi hijo. Que es solo demostrarle a mi princesa que ese bebe es el fruto de nuestro amor y no del lunático con quien se casó por protegernos. No voy a seguir permitiendo que ella siga con él, quien tiene que estar con ella soy yo, su único amor. Mi celular suena y veo que se trata del celular secreto del menor de los Kersakov. —Hola. —contesto.—En dos días habrá una fiesta de más
KolenNo puedo más con esta espera. Hace varias semanas que hable con el menor de los Kersakov. Fedrek envío un mensajero para hacerme saber que estaban buscando la información que necesitaban. Ya sabíamos que están en Rusia, pero es un país muy grande y Vladlem tiene muchas influencias. No quiero perder el tiempo buscando hasta debajo de las piedras, mientras más pasan los días, más me desespero. Estoy encerrado en mi propio infierno. Minela ya debe tener al tres a cuatro meses de gestación y yo aun no la encuentroTomo el diario de Minela en mis manos. Sufro tanto cuando leo sus páginas. Conocer su verdad solo me hace admirarla más. Es una mujer fuerte, valiente y admirable. Abro el cuaderno con sus pensamientos escritos. Hoy fue una noche inolvidable. Estoy muy feliz Kolen me pidio matrimonio y fuimos a celebrar a un hermoso restaurante. Desde que nos interceptaron los periodistas me siento nerviosa. Si alguno de los Kersakov ve la intervención con la prensa sabrá con quién y dónd
Último capítulo