LUCA
El frío metal de la Beretta reposaba contra mi piel mientras ajustaba la funda de tobillo. La rutina era siempre la misma: arma principal al costado, respaldo en el tobillo, cuchillo táctico en la espalda. Después de quince años, estos movimientos eran tan naturales como respirar.
Me miré al espejo del apartamento franco que había establecido hace tres meses, lejos de la mansión Moretti, lejos de Bianca. El rostro que me devolvía la mirada era el de un hombre dividido. Las ojeras marcaban el precio de mis noches en vela, planeando cada detalle de la operación de esta noche.
Salvatore Ricci. El nombre resonaba en mi cabeza como una sentencia. Mano derecha de Enzo Moretti durante años, ahora sabía que era uno de los principales arquitectos de la traición. Mis fuentes lo habían confirmado: fue él quien filtró información sobre la ruta que tomó el prometido de Bianca el día de su asesinato.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Marco desde el umbral de la puerta. Era el único de mis homb