Acaso su padre se había vuelto loco.
Eso era lo único que podía pensar Ian mientras la frase resonaba en su cabeza como una sentencia sin apelación.
“Declaro como única sucesora de mi legado… a mi hija, Ellis Spencer.”
Cada palabra lo golpeaba como un martillo invisible. El aire en la sala se tornó denso, espeso, cargado de un silencio cruel que a nadie pareció incomodar… excepto a él. Nadie alzó la voz. Nadie lo defendió. Ni siquiera Ellis.
Ella simplemente lo miró con esa calma irritante que le hervía la sangre.
Ian no entendía qué había hecho mal. Siempre había estado ahí. Siempre.
Cuando Ellis desapareció, él fue el que se quedó al frente, el que limpió los desastres, el que sostuvo el apellido Spencer mientras el mundo se desmoronaba.
Él fue quien asumió el mando, quien se manchó las manos, quien fue el hijo que se suponía que debía ser,y ni siquiera le habían dejado ser su mano derecha, ahora dependía prácticamente de Ellis y de Evaristo.
ahora simplemente lo d