Desde aquel encuentro clandestino con Alessio, algo había cambiado en mí. La adrenalina aún me corría por las venas, pero ahora se mezclaba con una inquietud que no lograba ignorar. La sombra de la traición se había instalado en mi mente, y no en un enemigo lejano, sino entre aquellos que, supuestamente, eran mis aliados.
Era irónico, ¿no? Pasar de la seguridad de tener un enemigo claro a sospechar de los que siempre estuvieron a tu lado. Pero el mundo en el que me movía no era un cuento de hadas; era una red de mentiras y juegos de poder donde cada sonrisa podía esconder un puñal.
Comencé a notar detalles, pequeños pero significativos. Las miradas que se apartaban cuando entraba en la habitación, las conversaciones que se interrumpían súbitamente, y esa tensión invisible que se cortaba en el aire como un cuchillo afilado.
Laura, mi asistente de confianza desde hacía años, se volvió mi principal sospechosa. Siempre había sido una mujer eficiente y leal, pero últimamente su actitud par